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(Día Internacional de la Juventud)
El poeta lucha; sin luchar, ¿qué haría?
Paso a la juventud; dejad que vuele
Dejadle sus ideales, sus ensueños;
No olvidéis a Rubén, al poeta niño
Dejad la juventud; sus gallas flores
No lancéis vuestro dardo envenenado
Yo me aparto, dejándoles la senda;
No penséis en la crítica del sabio
¡Heroica juventud, alzad la frente!
No abandonéis cobardes el palenque;
¡Qué buenos consejos los que ofrece en verso la poetisa panameña Amelia Denis de Icaza, al principio a los que, como ella, ya no son jóvenes, y al final a los jóvenes mismos! Es que doña Amelia ya era septuagenaria cuando compuso este poema en Nicaragua en 1909. Y si bien el título que le puso, «Dejad que pasen», como también las demás conjugaciones verbales, le sonarán muy anticuados a la juventud de hoy, en aquel entonces todos, tanto ancianos como jóvenes, hablaban así.
Su colega Rubén Darío, al que alude la poetisa, fue severamente criticado por su Modernismo literario, ¡y sin embargo llegó a ser príncipe de las letras y gloria de Nicaragua y del mundo! En su poema titulado «Latigazo», Rubén Darío replicó a esas censuras con estos versos mordaces: «Los escritores cazurros / que insultan y causan ascos, / ¡ésos... tienen cuatro cascos / como los burros!»2
Así como doña Amelia, al final de su vida, alienta en verso a los jóvenes, también San Pablo, al final de la vida de él, anima en una carta a su discípulo Timoteo. ¡Qué bueno sería que todos por igual resolviéramos poner en práctica estas palabras de aliento: «Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.»3
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
4.8
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(Día Internacional de la Juventud)
El poeta lucha; sin luchar, ¿qué haría?
Paso a la juventud; dejad que vuele
Dejadle sus ideales, sus ensueños;
No olvidéis a Rubén, al poeta niño
Dejad la juventud; sus gallas flores
No lancéis vuestro dardo envenenado
Yo me aparto, dejándoles la senda;
No penséis en la crítica del sabio
¡Heroica juventud, alzad la frente!
No abandonéis cobardes el palenque;
¡Qué buenos consejos los que ofrece en verso la poetisa panameña Amelia Denis de Icaza, al principio a los que, como ella, ya no son jóvenes, y al final a los jóvenes mismos! Es que doña Amelia ya era septuagenaria cuando compuso este poema en Nicaragua en 1909. Y si bien el título que le puso, «Dejad que pasen», como también las demás conjugaciones verbales, le sonarán muy anticuados a la juventud de hoy, en aquel entonces todos, tanto ancianos como jóvenes, hablaban así.
Su colega Rubén Darío, al que alude la poetisa, fue severamente criticado por su Modernismo literario, ¡y sin embargo llegó a ser príncipe de las letras y gloria de Nicaragua y del mundo! En su poema titulado «Latigazo», Rubén Darío replicó a esas censuras con estos versos mordaces: «Los escritores cazurros / que insultan y causan ascos, / ¡ésos... tienen cuatro cascos / como los burros!»2
Así como doña Amelia, al final de su vida, alienta en verso a los jóvenes, también San Pablo, al final de la vida de él, anima en una carta a su discípulo Timoteo. ¡Qué bueno sería que todos por igual resolviéramos poner en práctica estas palabras de aliento: «Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.»3
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