La exhibición de máquinas tragamonedas en toda clase de comercios, bares, bolichitos, tugurios, pancherías, despensas y despachos de todo tipo de cosas en los barrios más vulnerables es un hecho pornográfico, ofensivo, vergonzoso y delictivo, especialmente de noche cuando estos aparatos se convierten en verdaderos imanes para personas de todas las edades, pero especialmente menores.