Selig sind die Vergesslichen: denn sie werden auch mit ihren Dummheiten „fertig“
El líder estudiantil Raúl Álvarez Garín, autor de La estela de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68, escribe:
A estas alturas, la colección de señalamientos de carácter político incriminatorio de unos con respecto a otros, y después de tantos años, ya acumula un buen legajo y es bastante significativa: Echeverría responsabiliza a Díaz Ordaz de los sucesos de Tlatelolco; Norberto Aguirre. Palancares, Corona del Rosal, Rodolfo González Guevara y otros, responsabilizan a Echeverría; Alfonso Martínez Domínguez afirma que el 10 de junio lo planeó y ejecutó Echeverría, pero existen decenas de declaraciones que lo incriminan a él directamente.
Tantos años después, aún no se sabe de dónde partieron las órdenes. El presidente mexicano de aquellos momentos, Gustavo Díaz Ordaz, al parecer pidió la presencia militar en la plaza, pero fue el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas quien ordenó el fuego. Todos los documentos de aquella matanza se quemaron o no aparecen. El presidente mexicano, Díaz Ordaz, ya murió; su sucesor, Echevarría, dice no saber nada. Sólo ciertos documentos de la CIA, el FBI, la Casa Blanca y el Pentágono, parecen arrojar algo de luz sobre el asunto:
El Pentágono había enviado durante 1968 a México expertos en luchas antisubversivas para enseñar a los militares mexicanos.
Hay documentos en los que Echevarría, Secretario de Gobernación durante el Gobierno de Díaz Ordaz, y sucesor en la Presidencia del mismo, indicó a la CIA que la situación se controlaría en poco tiempo.
Según la CIA, el Gobierno mexicano había arreglado con algunos de los lideres estudiantiles una falsa acusación por la que dirigentes políticos contrarios al Gobierno eran los que andaban detrás de las revueltas estudiantiles.