Cuando practicas artes marciales, vas profundizando en tu poder interno. Seas más o menos consciente de ello, comienzas a saber proyectar tu energía, a dominar a tu oponente, a ser preciso en los lugares adecuados y poco a poco, como solemos decir en kyokushinkai vamos adquiriendo el poder.
En el manejo del sable japonés, también conseguimos desarrollar un poder, que aunque es diferente a los estilos de golpeo , el manejar una arma completamente afilada a toda velocidad, repercute muchísimo en tu mente.
Ya se demostró en varios experimentos distintos que cuando un ser humano tiene poder, hay algo que cambia en su mente y si además, le otorgan el poder sobre otros seres humanos, como son el caso de los policías, los funcionarios de prisiones, el ejército y cualquier gremio donde a unos pocos les den poder sobre otros, la mente de la persona cambia, se transforma.
Esta diferencia entre unas personas y otras son en gran medida fuente de conflictos, de represiones y a lo mejor sea el corazón de la injusticia que existe hoy en día por todas partes.
Como dicen los proverbios marciales, el poder sin justicia es solo violencia, pero la justicia sin violencia está vacía.
Esta manera de no usar el poder de una forma justa crea muchas diferencias entre unos y otros y complican mucho el entendimiento.
La competitividad es otra forma de superioridad con los demás. Todo es un juego o un deporte, pero le enseñamos a la mente a ir más allá de sus límites para pasar por encima de otros, para ser mejores que los demás.
Nuestra victoria se basa en la derrota de otros.
Nuestro gozo se sustenta en la frustración y malestar del otro.
¿Pensáis de verdad que eso que le enseñamos a la mente después no forma parte de nuestra personalidad?
El índice de suicidios más alto del mundo lo tiene Japón, que como todos ya sabemos tiene un nivel de perfeccionamiento que es trasladado a cualquier aspecto de la vida. Laboral, social, de ocio. Pero claro, su evolución siempre ha estado directamente ligada a superar a los otros. No es un dato halagador que este año pasado en japón se suicidaran más de 20.000 personas en un solo año. La competitividad en algún modo no deja de ser una obsesión que puede acabar perturbando totalmente la mente de una persona.
Como artista marcial y conocedor de ese poder, durante casi 30 años, os puedo asegurar que eso ya lo llevamos puesto y tenemos que hacer un trabajo de transformación mental muy potente para que el poder que hemos adquirido a lo largo de nuestros años de práctica, no afecten a nuestras relaciones con los demás.
La benevolencia, el perdón, la compasión y cualquier virtud humana tenemos que aprender a desarrollarla de la misma manera que hemos desarrollado la agresividad, la precisión y la rapidez.
La mente humana es muy compleja y profunda cuando la observamos y estudiamos en profundidad, por eso aún a día de hoy, solo los contemplativos y ahora los científicos especializados en el cerebro, son los que aportan información valiosa en este sentido.
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