Geógrafos culturales como Jennifer Wolch, que acuñó el término de Zoopolis o ciduad multiespecie, señalan que solemos pensar la ciudad como un espacio exclusivamente humano en el cual la presencia de los animales es algo excepcional y fuera de lugar en contraposición a la naturaleza.
Pero, de hecho, además de animales domésticos y de zoológicos, en las ciudades viven multitud de animales asilvestrados, animales cuyos hábitats han sido absorbidos por la expansión de las ciudades, y muchos animales que se ven atraídos a las urbes precisamente por las oportunidades que esta les brinda (por ejemplo, la enorme cantidad de residuos que producimos). Por otro lado, también es cierta el proceso de urbanización ha alterado el hábitat de gran cantidad de especies y, de algún modo u otro, ha conllevado una reducción de la biodiversidad de los entornos en los que se ha producido.
Llegamos al final de nuestro recorrido de programas dedicados a la Ciudad, que hemos abordado desde diferentes perspectivas como la histórica o la estética. Hoy la dedicamos a aquellos seres que comparten el espacio urbano con nosotros pero a los que en muchas ocasiones no prestamos atención: los animales no humanos.
¿Qué clase de obligaciones nos impone en términos de construir un lugar habitable y acogedor no solo para nosotros sino también para las demás especies? ¿Está justificado el sacrificio selectivo de algunos animales? ¿Qué hacemos con las denominadas plagas o especies invasoras?
Respondemos a estas y otras preguntas con Ezequiel Paez, filósofo moral, investigador de la Universitat Pompeu Fabra y miembro del Centro de Ética Animal de esta universidad. También con Josep Melero, biólogo y técnico y educador medioambiental en el Ayuntamiento de Barcelona.