Josué 2: Símbolo de rescate para toda la familia.
Josué 2:12-23:
Y ahora, por favor, júrenme por el SEÑOR que como he mostrado misericordia para con ustedes, así harán ustedes con la familia de mi padre, de lo cual me darán una señal segura. Dejarán vivir a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis hermanas y a todos los suyos, y librarán nuestras vidas de la muerte.
Los hombres le respondieron: —Nuestra vida sea por la de ustedes hasta la muerte, si tú no hablas de este asunto nuestro. Entonces, cuando el SEÑOR nos haya dado la tierra, mostraremos para contigo misericordia y verdad.
Luego ella los hizo descender con una cuerda por la ventana, porque su casa estaba sobre la muralla de la ciudad, y ella vivía en la muralla. Luego les dijo: —Márchense hacia la región montañosa, para que no los encuentren los que fueron tras ustedes. Escóndanse allí tres días, hasta que hayan regresado los que los persiguen. Después seguirán su camino.
Los hombres le dijeron: —Nosotros quedaremos libres de este juramento que nos has hecho jurar, a menos que, cuando entremos en la tierra, ates este cordón rojo a la ventana por la cual nos has descolgado. Reunirás junto a ti en la casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. Cualquiera que salga fuera de las puertas de tu casa, su sangre caerá sobre su propia cabeza, y nosotros quedaremos libres. Pero si alguien pone su mano sobre cualquiera que esté en la casa contigo, su sangre caerá sobre nuestra cabeza. También si hablas de este asunto nuestro, nosotros quedaremos libres del juramento que nos has hecho jurar.
Ella respondió: —Como han dicho, así sea.
Luego los despidió, y se fueron. Y ella ató el cordón rojo a la ventana.
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Ayer vimos como Josué tomó el liderazgo del pueblo. Su primera prueba era conquistar a Jericó, una de las ciudades más fortificadas y poderosas, famosa por sus altas murallas que la protegían de cualquier invasor.
Josué, como estratega militar, envió a dos espías para que investigaran los puntos débiles de la ciudad. Ellos fueron descubiertos pero una mujer los escondió. Ella les confesó que toda la ciudad estaba desmoralizada y aterrada ante los israelitas, porque habían escuchado todo que Dios estaba haciendo a favor de los israelitas y los reyes que habían derrotado. ¡Ella estaba segura que Dios entregaría la ciudad en las manos de los Israelitas!
Esto fue una señal grande para los espías, porque así descubrieron que el área débil de Jericó estaba en los corazones de sus habitantes.
En agradecimiento, porque ella arriesgó su vida escondiéndolos y no entregándolos, ellos prometieron rescatarla a ella y su familia. La señal que ellos le dieron a la mujer para poder rescatar a ella y a su familia cuando invadieran la ciudad era que ella colgara un cordón rojo en su ventana.
Imagínese la vida de esta mujer que vivía de vender su cuerpo a hombres. Una vida vacía y superficial, conocida entre el pueblo por su labor deshonrosa. Pero en esta ocasión llegaron hombres no para usarla sino para ofrecerle una vida nueva. ¡Ella ya no sería la ramera del muro sino que se convertiría en una heroína ante los ojos de los Israelitas! Y no solamente la libraría de una muerte segura cuando ellos invadieran a Jericó sino también a toda su familia y sus parientes.
La salvación llegó a esta familia, pero primero ella debía mostrar en la ventana ese cordón rojo para ayudarlos a salvarse.
¡Esta señal de salvación y redención por medio de este cordón rojo es un simbolismo profético acerca de la obra maravillosa de Jesucristo en aquellas familias que reconocen que sin Dios están perdidos, pero cuando son cubiertos con la sangre escarlata del Salvador del mundo ellos son salvos por su gracia! Este es el mismo símbolo y representación de salvación cuando los judios untaron los dinteles de sus puertas con sangre cuando estaban en Egipto, y el ángel de la muerte no entró en...