Números 28: Ofrendas a Dios dos veces al día.
Números 28:1-8 RVA2015:
El SEÑOR habló a Moisés diciendo: “Manda a los hijos de Israel y diles: ‘Cumplirán con mis sacrificios, mi pan, mis ofrendas quemadas de grato olor, ofreciéndomelos a su debido tiempo’. Les dirás: ‘Esta es la ofrenda quemada que ofrecerán al SEÑOR: cada día, dos corderos de un año, sin defecto, como holocausto continuo. Ofrecerán uno de los corderos al amanecer y el otro cordero lo ofrecerán al atardecer. La ofrenda vegetal será de dos kilos de harina fina amasada con un litro de aceite puro de olivas’. “Este es el holocausto continuo que fue ofrecido en el monte Sinaí como grato olor, ofrenda quemada al SEÑOR. Su ofrenda líquida será de un litro por cada cordero. Derramarás para el SEÑOR en el santuario una ofrenda de licor. “Ofrecerás el otro cordero al atardecer. Presentarás una ofrenda vegetal como la de la mañana, y del mismo modo su ofrenda líquida. Es una ofrenda quemada de grato olor al SEÑOR.
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Este capítulo es parecido al de Levítico 23, cuando Israel se preparaba para salir hacia la tierra prometida, Moisés les instruyó acerca de los holocaustos y ofrendas en las fiestas solemnes. Años después, una nueva generación estaba siendo instruida acerca de la importancia de ofrecer los diferentes holocaustos y ofrendas al Señor. Esto era muy sagrado entre el pueblo de Dios. Moisés les estaba exigiendo que lo hicieran en el orden establecido.
Es muy hermoso poder leer las palabras que Dios le dio a Moisés, deseando que la nueva generación de Israel, que estaba a punto de entrar a la tierra prometida, entendieran la importancia y el deseo de Dios de que ellos ofrezcan a Dios estas ofrendas. Les dijo: ‘Cumplirán con mis sacrificios, mi pan, mis ofrendas quemadas de grato olor, ofreciéndoles a su debido tiempo’.
Para el Señor, esto representaba el amor, la dedicacion y consagracion de sus hijos que había rescatado de la esclavitud y que pronto tendrían su propia tierra. Esa era la forma en que el pueblo agradecía a Dios todos los días por las bendiciones concedidas a ellos. El Dios de los cielos y la tierra, y el Dueño de todas las cosas, se alegraba con esta forma de gratitud por las maravillas y prodigios que mostraba a su pueblo. No era precisamente el valor monetario de la ofrenda de animales, de vegetales ni de líquidos. No era ese cordero o becerro, no era esa ofrenda de harina de trigo o cebada, no era esa ofrenda de aceite y de vino. Era la actitud solemne de humildad, agradecimiento y fe, reconociendo el favor de Dios hacia un pequeño pueblo entre las multitudes de las naciones de la tierra.
Hoy quiero que reflexionemos acerca de las veces que se ofrecían las ofrendas y los holocaustos. Se ofrecían dos veces, uno en la mañana y otro en la tarde. De la misma manera, debemos sacar ese tiempo para poder hablar con Dios.
Hoy en día, como cristianos, no estamos bajo la ley de Moises, pero sí podemos traer al Señor ofrendas de gratitud, de entera consagración, de una completa dependencia a Él. Nuestras oraciones, alabanzas, adoración, entrega, obediencia, servicio y devoción se convierten en esa ofrenda, en ese incienso de fragancia agradable para Dios. Como dice en Hebreos 13:15: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.”
Nosotros debemos traer nuestras vidas transformadas por Jesucristo como ese sacrificio para Dios. Venimos a ser parte de sus diarias ofrendas.
Jesucristo es nuestro Cordero que se ofreció como sacrificio por nuestros pecados; gracias a su sacrificio de amor supremo y perfecto nuestras vidas son o pueden ser transformadas.
Cuando nos levantemos en la mañana, ofrezcamos esas ofrendas que salen de nuestros labios, de nuestro corazón como un olor grato para Él. Al acostarnos, en las noches, no olvidemos darle gracias a Dios por...