Vivimos en un momento apasionante, donde la inteligencia artificial generativa ha dejado de ser una promesa tecnológica para convertirse en una realidad cotidiana en cientos de miles de empresas alrededor del mundo.
Lo vemos en herramientas como ChatGPT, Gemini o Claude, que se están integrando de forma masiva en entornos laborales, desde startups hasta grandes multinacionales. Sin embargo, mientras el entusiasmo y el ruido mediático hablan de disrupción, los datos nos invitan a mirar con más calma y precisión.
Porque sí, la inteligencia artificial generativa está transformando el trabajo. Pero no como muchos creen: no estamos ante una revolución laboral que está dejando miles de despidos a su paso. Más bien, lo que estamos viendo es una reconfiguración silenciosa, profunda y todavía en una fase muy temprana.
Vamos a ver por qué.