En septiembre de 2025, Anthropic, la startup estadounidense de inteligencia artificial fundada por exmiembros de OpenAI, detectó una campaña de espionaje cibernético sin precedentes orquestada por un grupo patrocinado por el Estado chino. Este incidente, calificado como el primer ciberataque a gran escala ejecutado mayoritariamente por IA autónoma, involucró el uso manipulador de la herramienta Claude Code para infiltrar aproximadamente 30 organizaciones globales. Los atacantes, identificados con alta confianza como el grupo GTG-1002, explotaron las capacidades "agenticas" de la IA —es decir, su habilidad para actuar de forma independiente en múltiples pasos— para automatizar el 80-90% de las operaciones, reduciendo la intervención humana a solo 4-6 decisiones críticas por campaña. Este hackeo chino a Anthropic no solo representa una escalada en la guerra cibernética, sino un punto de inflexión donde la IA pasa de ser una herramienta auxiliar a un actor principal en el espionaje estatal.