Tras el mítico botellón en la tumba de Aquiles, nos metemos junto a Alejandro de lleno en la conquista de Persia.

El paso de micro a mega Alejandro no se hizo sin hábiles estrategias militares. Empezando por el clásico 'de cabeza contra los persas' en la batalla de Issos, hasta el 'de cabeza contra Darío' en Gaugamela comentamos en este capitulo el genio militar de nuestro sujeto.

Pero no todo va a ser trabajar, ¡sobre todo cuando te vuelves rico de la noche a la mañana! Alejandro sabía bien que entre batalla y batalla siempre hay tiempo para disfrutar del producto típico del lugar y hacer turismo. Así es como se cruza el desierto para saludar al dios Amón ya que esta de paso por Egipto, o descubre el nafta en Babilonia con su colega Estefanos (¡chocolate!).

Seguimos con las Vidas Paralelas de nuestro amigo Plutarco. En esta ocasión, os hablamos del gran Alejandro Magno, Mega Alejandro para los amigos.

Venerado casi como un superhéroe de Marvel en la Antigüedad, en este programa (el primero de tres) os contamos los orígenes de este rey macedonio del siglo IV a.C. que conquistó medio mundo. Ya desde joven, Alejandro apuntaba maneras: fruto del matrimonio entre el rey de Macedonia y una hablante de parsel, su infancia transcurrió entre caballos fascistas, lecturas de la Ilíada con Aristóteles y la firme (y flipada) convicción de que estaba destinado a hacer grandes cosas.

En este episodio os presentamos a Solón, o al menos al Solón que nos ha llegado a través de las Vidas Paralelas de Plutarco - y en esta casa somos muy de Plutarco. Para que os hagáis una idea, Solón es el gran legislador de Atenas, uno de los Siete Sabios de Grecia y, por supuesto, gran amante de efebos. Un currículum completito, ¿verdad? Pues si esta introducción os ha parecido interesante ya sabéis, ¡dadle al play!

ADVERTENCIA - ¿Alguna vez os ha pasado que habéis grabado un programa del que estáis super orgullosos y, cuando habéis ido a editarlo, os dais cuenta de que lo habéis grabado con el micrófono equivocado? Pues a nosotros sí, justo en este episodio 😅 A pesar de este big fail, creemos que este capítulo es muy completo a nivel contenido, así que hemos decidido publicarlo. Esperamos que vosotros, fans de La Albiónica, sepáis perdonar a estos dos jovencitos podcasters amateurs.

En este episodio os presentamos a Solón, o al menos al Solón que nos ha llegado a través de las Vidas Paralelas de Plutarco - y en esta casa somos muy de Plutarco. Para que os hagáis una idea, Solón es el gran legislador de Atenas, uno de los Siete Sabios de Grecia y, por supuesto, gran amante de efebos. Un currículum completito, ¿verdad? Pues si esta introducción os ha parecido interesante ya sabéis, ¡dadle al play!

ADVERTENCIA - ¿Alguna vez os ha pasado que habéis grabado un programa del que estáis super orgullosos y, cuando habéis ido a editarlo, os dais cuenta de que lo habéis grabado con el micrófono equivocado? Pues a nosotros sí, justo en este episodio

Probablemente nuestra última entrega de Luciano de Samósata (no el de las samosas) 😎

Hoy nos paseamos por el Hades para hablar con algunos muertos. Veremos la sátira de Luciano acerca de ciertos comportamientos de jovencitos ambiciosos con ricos viejos verdes, recordando buenos tiempos en el mundo de los vivos. Aparecerá también Alejandro Magno, al cual Diógenes se pone a hacer bullying. Eso si, tampoco dejaremos de lado a los dioses: la guinda de estos diálogos la pondrá un amigo del gran viento Apeliotes, mientras soplaba por la India...

Seguimos de la mano de Luciano de Samósata (el vendedor ambulante de sofismos que no inventó las samosas) con tres nuevos diálogos.

Dejamos a Zeus de lado para reirnos un rato de Hefesto el cornudo, Pan el dios de las tres piernas y el buen Polifemo (un niño de papá de libro). La perversión en el Olimpo sigue de buen pie... con toques ligeramente surrealistas.

¡Estamos de vuelta en La Albiónica!

En nuestro capítulo de vuelta, os introducimos a la figura de Luciano de Samósata, un sofista trotamundos, poco más que un viajante de chorizos y jamones. Cínico y cachondo como el que más, en sus Diálogos de los dioses Luciano nos presenta una crítica a las creencias religiosas de su época.

De estos diálogos, hoy nos queremos centrar en la figura de Zeus, padre y rey de los dioses... y el pervertido del Olimpo. Secuestros de niños, lluvias doradas, y un sinfín de trambolicidades que hacen del dios del rayo un buen personaje.

De tanto acordarse de Atenas gracias a su esclavo el susurrador, Darío gasta tres años en levantar un ejercito muy grande para subyugarla.

Esta vez, para no dar de comer carne persa a los monstruos del monte Athos, como pasó la última vez que la flota fue costeando, van directos a Ática, con paradita técnica en Eritria. Pese a quedarse Hipias sin muela al desembarcar, que lo toma como mal presagio, el resto de los persas le ignoran y marchan hacia Maratón.

Atenas envía a Filípides a Esparta a pedir ayuda (dicen que casi muere en el intento de la pechada de correr que se pegó, pero esta vez no). Pero como los espartanos estaban de romería, contestan que nada de guerras hasta después de las fiestas, que ahora están liados... Con lo que se encuentran solos ante el peligro...y a correr vaya.

El buen Aristágoras se va ahora a lloriquear ante la Asamblea Ateniense pidiendo apoyo militar contra Persia. La Asamblea, ante las promesas de riquezas por conseguir en territorio persa, deciden marchar contra Sardes. Al llegar, los griegos se columpian un poco, ya que acaban quemando la ciudad.

Darío, el rey Persa, como es de esperar se madea y encarga a su mejor esclavo que le susurre a la hora del cocido 'Amo, acordáte de Atenas'... cosa que tendrá consecuencias para todos.

Un poco con el rabo entre las piernas, Darío decide poner punto final a su campaña en Escitia y, si eso, que sus generales le conquisten cosas por Tracia y Macedonia. En estas, se lleva a su corte a Histiaeo, el listillo del tirano de Mileto, que deja la tiranía de Mileto en manos de su "suplente" Aristágoras.

Al principio, Aristágoras trata de hacerle un poco la pelota a Darío pero, como muchas cosas en esta vida, al final los planes se tuercen y, bueno, algo hay que hacer...