La muerte repentina del músico y poeta Sergio Algora hace ya 16 años a causa de un infarto con tan solo 39 años, fue un trauma colectivo que todavía sigue presente hoy entre aquellos que lo conocieron. Andrés Pérez Perruca, amigo, músico y compañero en El niño gusano publica con Jekyll&Jill una obra monumental, diferente, desconcertante, divertidísima y llena de afecto y admiración.
864 páginas, más de quinientas notas al pie (algunas más extensas que el propio capitulo), una faja repleta de calificativos negativos de autores de relumbrón que cubre, casi por completo, la portada del libro, un cupón para participar en el sorteo de una pandereta, una tarjeta de la suerte, un recortable al estilo de los de los años 70… Y todo esto, solo en la forma, sin entrar en el texto, surrealista, minucioso, divertidísimo…
“Vida de un pollo blanquecino de piel fina” es la historia de un grupo de música a través de tantos capítulos como canciones llegaron a grabar, pero es mucho más. Es la Zaragoza de la época, es un tratado sobre música, es un recorrido por los bares, un listado camareros y asiduos, un mosaico de vivencias, recuerdos y conversaciones, es la vida que fue y la que se nos fue.