Francia se niega a la construcción, más bien finalización, de un gasoducto ibérico que más allá de la conyuntura de la guerra con Rusia, más allá de, también, la indiferencia española hasta que la energía fue un tema de estado, podría ayudar en el futuro a mejorar la interconexión europea en materia de energía, y por lo tanto hacer más robusto el sistema de unión política, social económica y monetaria más complejo del planeta tierra.  

Sin embargo, Francia se niega con argumentos peregrinos y cortoplacistas que no esconden mucho, más bien nada, una realidad bien rotunda: Francia no quiere bajo ningún concepto perder peso en materia y asuntos clave como política de seguridad, energética o cualquier movimiento que pueda poner en peligro su supremacía en el sur de Europa y norte de África.  

Nos llenamos la boca de Europa, pero constantemente los europeos, y en este caso y especialmente Francia, quedan retratados pasándose Europa, y España, por el arco del triunfo. Esta es una crónica de lo que está pasando, y de lo que lleva pasando desde hace siglos a un lado y a otro de los Pirineros.

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