La ley de Dios es amor, pero el favoritismo viola esa ley (2:8-9).
La psicología “cristiana” moderna ha tomado el mandato de amar a tu prójimo como a ti mismo en el sentido de que se nos ordena amarnos a nosotros mismos. De hecho, sostienen que si no nos amamos a nosotros mismos correctamente, no podemos amar ni a Dios ni a nuestro prójimo correctamente. Entonces, ¿el primer elemento del asunto es enfocarse en amarse a sí mismo?