La fe sin obras es fe muerta (2:26).
Santiago usa una breve analogía para consolidar su punto: “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Si ves un cuerpo que no respira, puedes concluir que es un cadáver. Si ves “fe” que no produce buenas obras, puedes concluir que es fe muerta, no genuina.