En Francia, la Constitución garantiza un acceso igualitario al sistema sanitario. Sin embargo, un 11% de la población francesa vive en un desierto médico: un territorio donde hay muy pocos doctores y poder acudir a una cita requiere de una larga espera o de un largo trayecto. El problema es especialmente grave en algunas zonas rurales, donde el envejecimiento de la población y la falta de personal sanitario se ha convertido en una bomba de relojería.