Mucha de la música que se hace hoy en día no es que suene
maquillada: es que parece que se construye la cara de muchas canciones a partir
del maquillaje; que primero va la pintura, y luego la verdad. No tiene pinta
de que el maquillaje ni la bisutería sean posibles abalorios para la obra de los
hermanos manchegos Roberto y Enrique Ruiz Cubero. Todo en su música mira al
suelo, se mancha las botas y las manos de tierra y suena tan crudo y honesto
como directo al alma.
Ellos sabrán por qué han decidido publicar no solo su
nuevo álbum de canciones, “Errantes telúricos”, todas con colaboraciones de
renombre, a la vez que un álbum instrumental como “Proyecto Toribio”, basado en
el sonido del violín, y rindiendo una suerte de culto y pleitesía al icónico
violinista guadalajareño Toribio del Olmo. Lo cierto es que ellos venden la
idea de que ambos álbumes componen un todo absoluto. Puede que haya puntos en
común, pero la verdad es que “Proyecto Toribio” acaba estando algo sepultado
y dirigido a un público más amante de la música tradicional, y es en “Errantes
Telúricos” donde se amplifica su mensaje.
Y lo es porque, una vez más, Los Hermanos Cubero
consiguen labrar un repertorio prácticamente en su totalidad original, en el
que se difuminan las fronteras entre las jotas y la canción tradicional
manchega y el sonido del country o el bluegrass americano. Hay momentos en los
que proyectan un imaginario sonoro en el que pueblos como Brihuega, Molina de
Aragón o Valverde de los Arroyos parecen colindar más con El Paso, Waco o Texas
City.
En las diez canciones de “Errantes Telúricos” se dejan
acompañar por artistas de la talla de Nacho Vegas, Amaia, Christina Rosenvinge,
Rocío Márquez o Rodrigo Cuevas, entre otros nombres propios reconocidos; pero,
sobre todo, consiguen con su repertorio lo que Miguel Delibes con su
literatura: reivindicar la canción castellana con la profundidad de la tradición,
el costumbrismo de las cosas imperecederas y la honestidad brutal de las
canciones que, para sentirlas, tienen que dolernos.
Alan Queipo