Brisa
Fenoy es una figura atípica.
Ha sido modelo, ha formado parte del engranaje de una multinacional (Universal
Music) y sabe lo que es alcanzar el éxito viral gracias a su canción ‘Lo malo’
interpretada en 2018 por Aitana y Ana Guerra en ‘Operación Triunfo’. De todo
ello ha huido en una carrera que avanza a la contra, en busca de la
independencia total. Ese es su mayor atributo: su capacidad para sorprender y
alejarse de lo que se espera de ella.
Su debut
discográfico profundiza en las ideas que ya mostró en su libro homónimo
publicado por la editorial Temas de Hoy en 2019, un manifiesto vital donde
introducía conceptos como “pornopop”, “ignoralia” y “mainstream con contenido”.
Esta última es la idea que impulsa este disco (que se completa con una
pieza audiovisual de una hora con reflexiones e imágenes): hacer
pensar a través de canciones que simulan ser como el resto de la música comercial,
con estribillos pegadizos y ritmos que invitan al baile.
Tras
ese envoltorio digerible se cuelan mensajes a la contra del sistema: siempre controvertida, consciente
de que nadie tiene la razón absoluta, Brisa Fenoy tiene su propia visión sobre
el feminismo, la sociedad de consumo, el culto al cuerpo, el cambio
climático, los fenómenos migratorios (ella es de Algeciras, en la frontera de
España con Marruecos) y la ambición sin límites del capitalismo.
Hay
ironía y provocación
en esta obra que ha germinado durante la pandemia (la artista ha sido muy
activa en redes sociales estos últimos meses, lanzando lemas como #stopcensura
y #calladitanunca) y que culminó durante un reciente viaje espiritual y
creativo a la costa Caribe colombiana para trabajar junto al productor
estadounidense Chris Castagno, quien ha colaborado con la banda local Bomba
Estéreo y vive allí, en Minca, a las faldas de la Sierra Nevada de Santa
Marta, un lugar sagrado para los indígenas.
Dice su
autora que este es su disco “mainstream” y que después vendrá otro más
“experimental”. Le ha salido un debut tan atípico como es ella, que
no encaja en ningún circuito y es ahí donde radica su belleza: no se parece a
nada que hayamos escuchado antes. Los ritmos latinos y el autotune se
mezclan con el pop del siglo XXI, el hedonismo se confunde con la batalla
ideológica y mientras tanto van apareciendo voces invitadas como las de La
Mari, Vinila von Bismark y Paty Cantú. Un trabajo libre, apátrida y sin género, un manual para hackear “el Matrix”
en el que vivimos, en palabras de Fenoy.
José Fajardo