Hace tan solo unos días, en la primera y polémica
entrevista que Miguel Bosé ofreció a Jordi Évole, entre todo un serial de
declaraciones que ahondaban en excesos y vida desordenada, a mí me llamó la
atención una frase, en la que decía que su “carrera ya estaba hecha” y que podría
haber extendido la gira de “Papito”, en la que profundizaba en sus grandes
éxitos, durante décadas. Básicamente, que artísticamente no tenía nada que
aportar.
Las casualidades del destino han querido que el inquieto
e inabarcable Rubén Blades publicase un álbum que venía acompañado de un texto-manifiesto
en el que, contestando sin que nadie le pregunte el por qué de “SALSWING!”, su
nuevo ejercicio discográfico junto a Roberto Delgado & Orquesta, el
panameño decía: “todos los álbumes de hoy se limitan a una dirección musical
específica, para llenar un nicho de mercado específico: es un imperativo económico,
no artístico. “SALSWING!” promueve la posibilidad de cambiar las divisiones
provocadas por estas consideraciones financieras”.
En resumen: que Blades está aquí para quitarse
sambenitos, para demostrar su transversalidad artística y, sobre todo,
demuestra que el rey de la salsa sigue teniendo cosas que decir. Y lo hace
en el marco de sus propias y autoeditadas producciones, desarrollando una
alianza con Roberto Delgado & Orquesta que, como hiciera con los Seis del
Solar o con Willie Colón, ya se había acercado a otras direcciones sonoras con “Son
de Panamá” y “Salsa Big Band”, quizá el preámbulo de lo que nos trae ahora en
su nuevo disco.
“SALSWING!”, como implora desde el propio título,
promueve la mixtura entre la salsa y el swing. Ningún gran invento si no fuera
por la majestuosidad y personalidad de la voz de Rubén Blades y de una banda
que consiguen acercarse al jazz y el swing desde la salsa y a la salsa desde el
jazz y el swing. El resultado tiene momentos de una
producción algo hortera, de salón de hotel; pero también deja momentos
espectaculares, como en “Paula C.”, “Tambó”, “Cobarde” o “Canto Niche”, donde
el pulso caribeño se trata con materiales de una big band de swing; o en
canciones como “Ya no me duele” o “The Way You Look Tonight”, donde suena a un
Sinatra caribeño.
Por supuesto que no será el álbum que cambie la vida
de ningún seguidor de Rubén Blades, pero sí es un gesto más de que hay carreras
artísticas que, a pesar de haber llegado a, seguramente, un cénit creativo, aún
tienen muchas cosas que decir. Por ellos y por la música.
Alan Queipo