Roncan pero no pueden con su pum-pum-pum. Parece una
frase sencilla, y de hecho lo es; pero también es 100% cierta: Karol G es la
artista iberoamericana más importante del mundo en lo que a pop urbano contemporáneo
refiere. Son muchas las que pujan por un trono que, desde la publicación de
“Tusa” y los consiguientes singles “BICHOTA” y “Ay, Dios Mío” la han convertido
en, de momento, la número uno a todos los niveles: casi 2.000 millones de
reproducciones en solo estas tres canciones y una expansión global que debería
certificarse con su tercer álbum.
Resulta cuanto menos curioso que cada nuevo disco de Bad
Bunny, J Balvin, Anuel AA u Ozuna, entre otros, se convierten en fenómenos
globales que cambian las derivas del pop; y, sin embargo, a pocos días de la
publicación “KG0516”, si bien no podemos decir que ha pasado desapercibido, no
es lo omnipresente que debería ser el álbum de la artista
latina número uno del pop urbano global, con las cifras oligofrénicas que
acumula y una corte de colaboradores que incluye a J Balvin, Anuel AA, Nathy
Peluso, Ozuna, Camilo, Nicky Jam, Nicki Minaj, Wisin & Yandel o Ivy Queen,
entre otros y otras.
El álbum condensa sus últimos pelotazos, pero prioriza,
sobre todo, un nuevo ramillete de canciones que desarrollan ese reggaetón relativamente
suave y dúctil que tan bien ha sabido modelar la colombiana junto a su
compatriota, el productor Ovy On the Drums. Juntos, firman dieciséis
canciones que destacan especialmente cuando se corren de los márgenes y
proyectan nuevos registros, y no cuando firman canciones algo más predecibles
(como “DVD”, “SOLA ES MEJOR” u “ODISEA”, por ejemplo). La Karol G que más
destaca es, además de la de los hits incontestables, la que impone una
narrativa femenina y feminista que no es evidente, sino que sirve como vaso
comunicante.
Esa que se acerca a la ranchera empoderadora (“200 COPAS”),
la que se acerca a una suerte de bossa nova pop con guiños a la rumba flamenca
y a la bachata (“EL BARCO”), la que recupera el espíritu de la EDM aplicada al
pop de radiofórmula (“LOCATION”), la que tira por los derroteros de un r&b que
recuerda a las producciones de Timbaland (“GATO MALO”, junto a Nathy Peluso),
cuando rehace el clásico ñoño “Beuatiful Girls” desde la perspectiva de
enfrente (“BEAUTIFUL BOY”) o la que recupera el sonido del reggaetón old school
para liderar una canción que es una reunión de entidades (Wisin & Yandel,
Ivy Queen, Nicky Jam, Zion y Alberto Stylee junto a ella en “LEYENDAS”). La
reina es ella, hay que decirlo más.
Alan Queipo