Antes de que la mezcla de música electrónica y
recuperación de ritmos tradicionales se convirtiera en una tendencia que ha
acabado salpicando incluso a la facción más comercial del mainstream iberoamericano,
Camilo Lara ya estaba allí, convirtiendo la idea de sonidero o soundsystem
en una coctelera en donde la electrónica más pistera, los guiños al funk y a la
música de baile, conectaban con la cultura rock y, sobre todo, con la
idiosincrasia mexicana.
Y es precisamente en esto último en donde el Mexican
Institute of Sound destaca especialmente: no solo en recuperar cosas de la
cultura mexicana de base, en la canción de cantinas, el los ritmos y géneros
tradicionales; sino en proyectar la idiosincrasia de cómo se vive en el México
contemporáneo a través de un cancionero absolutamente transversal y universal.
Tras casi cuatro años sin un nuevo álbum largo, y un
último año y medio en el que no solo fue desmenuzando lo que ahora es “Distrito
Federal”, sino generando alianzas con artistas de la talla de Gaby Moreno, Run
the Jewels, Lidia Damunt o Tito Ramírez, entre otros; Lara acaba encendiendo
definitivamente la linterna que alumbra a qué suena, literalmente, la capital
mexicana tras las múltiples transformaciones que ha sufrido en los últimos años:
una colección de mantras en donde la idiosincrasia de una de las ciudades más
inabarcables y mutantes del mundo encuentra himnos por doquier.
Con colaboraciones tan diversas como las de Graham Coxon
(guitarrista de Blur), Joe Crepúsculo, La Perla, BIA, Duckwrth y La Banda
Misteriosa; el Instituto Mexicano del Sonido proyecta el imaginario de una
ciudad que ya no existe, el Distrito Federal que hoy es CDMX se cuela por todas
las fronteras sonoras que respira esta ciudad mutante: tanto cuando se
acerca a una suerte de dub-hop futurista (“Vamos”) o un reggae virtual (“La balada
de la aspirina”) como cuando la cumbia y la música de baile latinoamericana
toma el mando (“El Antídoto” o “Dios”), cuando se acerca con sigilo a la bossa
nova más sexy (“La Luna de Noviembre”) o cuando se convierte en un, literalmente,
soundystem ambulante (“Se compran”), Camilo Lara sigue siendo nuestra feria
sonora favorita para poner banda sonora al México que no sale ni en las series
ni en las revistas de viajes.
Alan Queipo