A Bajofondo hace ya tiempo
que el tango se le ha quedado pequeño. En su momento, hace casi dos décadas, se
anticiparon a todos los renovadores folclóricos, llevando un género tan
fundamentalista como henchido de sus propias marcas de agua como el tango, al
universo de la música electrónica; un género que, por entonces, aún no estaba
ni tan autorizado ni tan integrado en la cultura pop.
Aquel ejercicio de
hibridar estilos, proyectar una alianza entre una música culta y tradicional, y
a la vez lunfarda y urbana, con las cavilaciones de los ritmos del futuro,
supusieron un terremoto tanto en las músicas actuales como en la percepción de
cómo un género tan aparentemente conservador podía ser líquido. Se percibía que
los por entonces Bajofondo Tango Club querían llevar esa liquidez al propio
concepto del grupo. El proyecto perdió el doble apellido (Tango Club) y se
quedó con el nombre de pila (Bajofondo); pero ganó transversalidad,
espontaneidad y perdió previsibilidad.
De ahí que “Aura”, su
nuevo álbum, mantenga ciertas marcas de agua de ese neo-tango que comenzaron en
2001 (en canciones como “Clueca la Clueca”, “Espiral” o “Trapecista”, por
ejemplo); pero, sobre todo, haya sabido ocupar nuevos espacios: desde la
psicodelia-rock de “A tiempo” (con los generacionales Usted Señálemelo, los
Spinetta de la Generación Z) a los ritmos folclóricos latinoamericanos (en “A
las siete” o “Virgen del sol”), el groove del funk y el r&b (“Hop Club”),
el trip-hop (“Absente”) o esa sensación de BSO con un pie en el arrabal y el
otro en donde el dedo en el mapa decida.
Alan Queipo