Su apodo, su eterno eslogan turístico, sintetiza las evidentes virtudes de esta provincia del noroeste de Argentina. Salta es grande y variada; su capital se extiende por el fértil valle de Lerma, en las estribaciones de la cordillera Oriental, no muy lejos de los grandiosos valles Calchaquíes. Hacia el oeste nos sorprende la Puna, una árida meseta de alta montaña adornada por parajes como las Salinas Grandes, que conocemos a través del fotógrafo y escritor Eliseo Miciu. Nuestro viaje virtual por este territorio fronterizo con Bolivia, Paraguay y Chile comienza en la ciudad de Salta en compañía de la bailarina Leda Turitich. Con ella visitamos la plaza 9 de Julio, presidida por la catedral y el apasionante Museo de Arqueología de Alta Montaña, que preserva los cuerpos congelados de los célebres Niños de Llullaillaco, tres menores supuestamente sacrificados por los incas. Pamela Kiriako, técnico en turismo de la ciudad, nos ayuda a comprender su significado. Con la salteña Graciela Mardones recorremos la calle Balcarce y nos adentramos en sus animadas peñas. Carmelo Russo, director del Tren a las Nubes –uno de los ferrocarriles turísticos más elevados del mundo– nos invita a descubrir el altiplano: lo hacemos acompañados del periodista de RNE Íñigo Picabea y del productor agrícola Lalo Zerda. Nuestro periplo, guiado en su último tramo por Ana Lía Leonardi, nos lleva también por las poblaciones de Iruya, Cachi y Cafayate. No dejamos de lado el importante río Bermejo –mostrado por Luis Martín Turitich– ni el parque nacional Los Cardones, donde nos espera Soledad Issa, del Instituto de Promoción Turística de la provincia de Salta.