El abandono y rechazo de los padres pueden dejar un vacío emocional profundo, llevándonos a buscar consuelo en lugares equivocados. Jonatán, afectado por el divorcio de sus padres, recurrió a la pornografía para llenar ese vacío, lo que casi destruyó su matrimonio y familia. Tras una crisis marital, se vio obligado a enfrentar su adicción y, al buscar ayuda profesional y entregarse a Dios, comenzó un proceso de sanación. Recordó el versículo de Salmo 147:3, que le recordó que Dios sana los corazones rotos. Hoy, Jonatán comparte con alegría que, gracias a Dios, pudo restaurar su vida y su hogar.
La historia de Jonatán nos recuerda que, aunque el dolor es real, siempre hay esperanza y caminos hacia la sanación. La vulnerabilidad, la búsqueda de ayuda y un amor transformador son claves para sanar y restaurar nuestras vidas.