Para muchos, la Navidad es un tiempo de alegría y celebraciones, pero para Sara, evoca recuerdos difíciles. En su hogar, nunca hubo regalos ni fiestas, solo comían frijoles y no había dinero para los alimentos típicos de la Navidad. Mientras veía a otras familias celebrar, no tenía juguetes, pero encontraba consuelo recogiendo muñecas desechadas del basurero para jugar.
Hoy, como madre, Sara celebra la Navidad de manera diferente. Aunque no siempre tiene lo que quisiera ofrecer a sus hijos, les enseña a valorar lo que tienen y a dar gracias a Dios por la vida y la salud. Cada Navidad, preparan una cena y disfrutan juntos, agradeciendo por el amor y la paz en su hogar.
Sara, quien aprendió a encontrar la felicidad en lo simple, nos recuerda que, aunque no haya dinero ni lo que deseamos, lo más importante es que Jesucristo esté en nuestro hogar. Él es el mejor regalo. Como nos dice Mateo 2:10-11, los sabios sintieron gran alegría al encontrar al niño Jesús, a quien adoraron y ofrecieron regalos. La Navidad nos invita a reflexionar sobre lo que realmente importa: el amor, la paz y la presencia de Dios en nuestros hogares.