Tamara creció entre juegos… y dolor. Su madre, con esquizofrenia, era a veces amorosa, a veces irreconocible. La vergüenza, la confusión y el rechazo marcaron su niñez, hasta que un día, ya adolescente, decidió huir. Pero en medio del caos, Dios la alcanzó.Una familia le ofreció amor y le habló de Cristo. Aunque al principio dudó, su corazón sanó poco a poco. Hoy, Tamara ha formado su propio hogar y elige amar a su madre desde la compasión, confiando en la promesa de 1 Pedro 5:7: "Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros."Tu pasado no define tu destino. Dios puede usar cada herida para mostrar su amor.