Se nos va de ojo que la depresión es el mal silente que crece en las sociedades modernas, favorecido por una pandemia que nos aísla, un conglomerado mediático que estimula una interpretación negativa del presente, y un contexto social basado en la competitividad y el individualismo.
Un mal que se asienta en la mente por una triada de razones definidas por el psiquiatra Aaron Beck: la visión negativa de uno mismo, la interpretación negativa de la propia experiencia, y la percepción negativa del futuro que el depresivo convierte en pautas cognitivas de comportamiento, que pueden estar latentes y activarse por la ansiedad que genera un contexto social de inestabilidad, donde no encuentra su lugar y percibe como caos.
Procesamiento negativo de la información que unido a una sociedad que estimula la competencia para el mejor en todo, se convierte en gasolina para el depresivo, que solo sale de ese hoyo solicitando ayuda, mediante la automotivación y exigiéndose, forzadamente incluso, desarrollar actividades nuevas en las que encontrará una gratificación inesperada. Y también restando importancia y credibilidad a todo lo que oye y escucha, aplicando el sentido común. Porque nunca todo es tan malo como se nos cuenta, muchas veces de manera interesada. ¡Que no se te vaya de ojo!