Se nos va de ojo que el anonimato con el que podemos navegar por el ciberespacio, propicia el incumplimiento de las normas que rigen en el mundo real dónde todos estamos identificados y, por tanto, obligados a cumplirlas.
Normas que según el sociólogo Norbert Elias, son la sustancia del proceso civilizatorio porque a través de ellas la persona aprende a controlar sus comportamientos agresivos.
Así, navegar por el internet con una identidad falsa favorece el proceso contrario de descivilización profunda, como afirma la socióloga, Eva Illouz, porque evita la sanción social, administrativa o incluso penal, ante mensajes radicales, agresivos, insultantes que rezuman negatividad, y que son una constante en las redes sociales. Anonimato que unido a los continuos avances tecno científicos estimulan, según Illouz, que el internauta anónimo desarrolle y configure un mundo irreal o imaginario, una mentalidad mítica, según afirma, que la lleva a proponer una reflexión social sobre el grado de anonimato que debe haber en la red. ¿Se pueden poner puertas al campo? ¡Que no se te vaya de ojo!