Se nos va de ojo qué en ésta sociedad de exhibición del triunfo personal y profesional, hay muchas personas que viven atenazadas por miedo al éxito.
Es el llamado complejo de Jonás, que se resistió a la llamada de Dios para ser profeta, por el temor a no estar a la altura, descrito por el psicólogo Abraham Maslow en su famosa pirámide o teoría de la autorrealización.
Pirámide que escalamos a lo largo de la vida conforme vamos cubriendo nuestras necesidades vitales, desde las básicas a las psicológicas o espirituales, para sentirnos realizados. Un proceso en el que muchas personas dudan de su talento, por temor a no tener capacidad para responder a la exigencia social. La versión paralizante de este síndrome es el complejo de Dionisio, definido como el miedo a salir de la zona de confort o seguridad, aunque ésta no sea la mejor, antes que arriesgarse a buscar la autorrealización. Complejos que aúnan por un lado el miedo a la frustración, y por otro la baja autoestima, que crecen en un contexto social dónde la realidad se mueve a velocidad luz, apabulla, es cada vez más diversa y cada vez más exigente, lo que les lleva a no actuar mientras todo no encaje en su mente; mientras que otras personas no dejan de actuar buscando, una y otra vez, aquello que les hace sentir vivos. ¡Que no se te vaya de ojo!