El profesor Brian Cox cumple un sueño de la infancia al ir tras bambalinas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, el centro de control de la misión Mars 2020, una de las misiones más ambiciosas jamás lanzadas que podría revelar finalmente si alguna vez existió vida en el planeta rojo.

En 1980, un joven Brian Cox escribió al JPL pidiendo fotos de algunas de sus misiones a los planetas. Las imágenes que le enviaron desde la Voyager y la misión Viking a Marte fueron una fuente de inspiración que lo encaminó a convertirse en físico.

Ahora, más de 40 años después, se le ha concedido acceso privilegiado al JPL, incluidas áreas clave de la misión que normalmente están fuera del alcance de los equipos de filmación. Brian pasa una semana siguiendo al equipo que guía el rover Perseverance y el helicóptero Ingenuity, la primera aeronave propulsada jamás enviada a otro planeta, a través de la superficie de Marte durante una etapa crítica de la misión.

El objetivo de Perseverance es buscar señales de vida extinta hace mucho tiempo en la superficie de Marte, en una zona llamada cráter Jezero, que hace 3.800 millones de años estaba ocupada por un inmenso lago. Si encuentra pruebas de esa vida, podría cambiar todo lo que sabemos sobre la vida en el universo e incluso transformar nuestra comprensión de nuestros propios orígenes.