Japón durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) jugó un papel central en el teatro de guerra del Pacífico. En 1937, antes del conflicto global, Japón ya había iniciado una invasión de China, lo que marcó el inicio de su expansión imperialista en Asia. Japón se alió con las potencias del Eje (Alemania e Italia) y, en 1941, lanzó el ataque sorpresa a Pearl Harbor, llevando a Estados Unidos a la guerra.
A lo largo de la guerra, Japón conquistó vastas áreas en Asia y el Pacífico, incluyendo partes de China, Corea, Filipinas, y muchas islas del Pacífico. Sin embargo, tras la Batalla de Midway en 1942, Japón comenzó a perder terreno frente a las fuerzas aliadas, lideradas por Estados Unidos.
En 1945, después de una serie de derrotas y el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki con armas nucleares por parte de Estados Unidos, Japón se rindió el 15 de agosto de 1945, poniendo fin a la guerra en el Pacífico y a su ambición expansionista. La rendición fue formalizada el 2 de septiembre de 1945, lo que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la ocupación estadounidense en Japón, que transformaría el país en los años posteriores.