De Francia a Estados Unidos, de Pekín a Yibuti, la película de Nolwenn Le Fustec y Antoine Izambard es la historia de una guerra poco conocida y despiadada, y de operaciones clandestinas que pretenden desestabilizar las democracias occidentales y convertir a China en la primera potencia mundial. para 2049.

A diferencia de la CIA, la DGSE, el MI6, el Mossad, es poco probable que haya oído hablar del Guoanbu, el Ministerio de Seguridad del Estado de China, es decir, una de las agencias de inteligencia más poderosas del mundo. uno de los mejor equipados y avanzados, y sin duda el más ofensivo en la actualidad. Se estima que emplea a más de 100.000 personas (frente a las 7.000, por ejemplo, de la DGSE francesa). Su gran punto fuerte: el uso de una red informal de “subcontratistas” en todo el mundo, amparadas por farmacias comerciales, asociaciones culturales o de ayuda mutua llamadas “comisarías en el extranjero”. La ONG Saveguard Defenders ha identificado un centenar de estas estaciones en 53 países –siete de ellos en Francia– utilizadas por los servicios secretos chinos para misiones clandestinas: vigilancia, presión, robos e incluso secuestros, especialmente en el contexto de la búsqueda de opositores políticos que se han refugiado en el extranjero y son buscados bajo el conveniente cargo de “corrupción”.

Ante esta violación manifiesta de la soberanía estatal, la respuesta de Francia sigue siendo muy tímida, como lamentó el senador André Gattolin, que interrogó al gobierno sobre esta cuestión en diciembre de 2022 antes de encontrarse entre las víctimas de un ciberataque dirigido a una veintena de organizaciones gubernamentales. en julio de 2023. “China nos está pisando los pies, pero no debemos decir “¡Ay!”. Sólo tienes que quitar el pie. » Estados Unidos, por el contrario, ya no duda en dar un duro golpe, como el pasado mes de abril con el desmantelamiento de la “comisaría de policía” de Manhattan. El estadounidense de origen chino que estaba a su cabeza corre el riesgo de ser condenado a cadena perpetua.