Japón antes de la Segunda Guerra Mundial fue un país que experimentó una gran transformación política, económica y social. Desde la restauración Meiji en 1868, Japón se modernizó rápidamente y se convirtió en una potencia económica y militar en Asia.
Bajo la dirección de líderes como el emperador Hirohito y el general Tojo Hideki, Japón se embarcó en una política expansionista y agresiva en la década de 1930. El país invadió y anexó Corea en 1910, y luego expandió su control sobre otros territorios en Asia, incluyendo Taiwán, Manchuria y partes de China.
En 1937, Japón lanzó una invasión a gran escala de China, que se convirtió en una guerra prolongada y brutal. Durante la guerra, las tropas japonesas cometieron innumerables atrocidades, como la masacre de Nanking y la utilización de armas químicas contra civiles chinos.
En términos internos, Japón se convirtió en una sociedad cada vez más militarizada y controlada por el gobierno, con la supresión de la libertad de prensa y de expresión, la vigilancia de la población y la promoción de un fuerte culto al emperador.
Sin embargo, a pesar de su rápido desarrollo económico y militar, Japón también se enfrentó a desafíos internos, como la pobreza y la desigualdad social. La Gran Depresión de la década de 1930 golpeó duramente la economía japonesa, y la creciente militarización del país provocó tensiones con los países occidentales, especialmente los Estados Unidos.
En resumen, Japón antes de la Segunda Guerra Mundial fue un país en rápida transformación, pero también estuvo marcado por su agresiva expansión en Asia y su creciente militarismo y control gubernamental.