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El debate alrededor de la inteligencia artificial se instala en las escuelas de diseño, animación y fotografía de París. De la productividad a la sensibilidad artística, la comunidad educativa busca respuestas y garantías en cuanto a las salidas profesionales.
ChatGPT, Midjourney y Firefly son solo algunos de los muchos nombres comerciales de la inteligencia artificial generativa (IAG), una tecnología que se nutre de datos, textos e imágenes para entrenar sus algoritmos y, a su vez, producir nuevos contenidos escritos y audiovisuales. Aunque el origen de la IA generativa se remonta a varias décadas atrás, el desarrollo exponencial durante los últimos años explica el debate acerca de sus límites éticos, su impacto ecológico y la creciente preocupación por su falta de regulación. Y también sobre la banalización del arte y el trabajo creativo.
“Es un insulto a la vía misma”, declaró Hayao Miyazaki, fundador del famoso estudio de animación Studio Ghibli, tras la ola de imágenes inspiradas en el estilo de sus películas creadas con inteligencia artificial. Una opinión compartida por un sector de los estudiantes que aspiran a trabajar en dicha industria.
Foco en la propiedad intelectual“Es regurgitar un montón de imágenes hechas por artistas a los que no han pedido su consentimiento. No tiene sentido”, se queja Lianne, estudiante en cine de animación en la escuela de Gobelins París. "Es ilegal, no pagan por los derechos de autor, ¡es un robo!", añade su compañera Laura. Sin una delimitación clara, la cuestión de la autoría sigue siendo confusa.
“Es algo cada vez más presente en nuestro día a día y creo que irá a más”, opina Louane, que también cursa cine de animación en Gobelins. Prefiere no pensar en la inteligencia artificial porque le produce cierto estrés, “pero es verdad que hay que tenerlo en cuenta”, admite. “Si hacemos una formación tan reconocida como ésta es para encontrar trabajo después. Si la IA nos lo quita, es estúpido hacerla”, concluye.
El diseño gráfico, ¿en peligro?Difícil obviar la cuestión. Según el último Informe sobre el Futuro de los Empleos del Foro Económico Mundial, publicado en enero de 2025, la automatización que la IA trae consigo supondrá la destrucción de 92 millones de puestos de trabajo para 2030, mientras que creará otros 170 millones. Entre las profesiones con una rápida tendencia de declive, según este informe, está el diseño gráfico.
“Una compañera de trabajo que no tenía estudios en este ámbito hizo un logo con ChatGPT y pensó que así ya podría ser grafista. Me lo dijo como si mi trabajo fuese un fraude", cuenta Axelle, estudiante de la escuela de diseño LISAA.
Útil para ganar tiempoPero la IA no es perfecta. Como cualquier otra herramienta, para los que se sirven de ella como tal, es necesario utilizarla correctamente para obtener los resultados deseados. "Te hace ganar mucho tiempo, pero hay que saber hacer un prompt (la orden que se le da a la IA para que responda con un texto, imagen o vídeo, NDLR) y seleccionar las imágenes correctas. Siempre hará falta un director artístico que la supervise”, asegura Noémie, también de la escuela LISAA. “Tengo un bagaje suficiente como para poder encontrar un empleo. No puedes no usarla solo por tener miedo a que te quite el trabajo."
Algunos la usan porque la ven como una herramienta, otros la rechazan por motivos éticos o ecológicos, pero el debate alrededor de la inteligencia artificial roza incluso lo filosófico. "Mientras no tengas demasiado apego a las herramientas y mantengas tu independencia y tus ideas, me parece bien", dice Tony, alumno de diseño gráfico y animación en la escuela ECV, aventurándose a hacer el paralelismo con la película “Her” (Spike Jonze, 2013), donde el personaje interpretado por Joaquín Phoenix se enamora de una inteligencia artificial.
“En la escuela usamos la IA para generar storyboards que luego convertimos en secuencias de video.”. Para él, la utilidad está en la fase de preproducción de los proyectos, donde asegura que le permite avanzar mucho más rápido.
Priorizar la creatividad y la sensibilidadEl grado de permisión e incorporación de la IAG en los programas educativos depende de cada escuela, de cada departamento y de cada docente. “Nosotros incorporamos la IA desde el primer año de la formación. Los alumnos aprenden técnicas de fotografía analógica y digital, pero también el tratamiento de sus fotos con inteligencia artificial”, explica Yann Philippe, enseñante de fotografía y vídeo en Gobelins.
"No sentimos que nuestro trabajo esté directamente amenazado por la IA y creemos que, con un buen uso e inteligencia, puede potenciar la creatividad de algunos alumnos”. Son sorprendentemente los que ingresan con amplios conocimientos de IA generativa los menos interesados en trabajar con ella y más con el formato analógico y los procesos tradicionales, a diferencia de quienes no la han utilizado aún. “De todas formas, las herramientas avanzan a tal velocidad que cuando terminamos de preparar los cursos, ya están obsoletas."
“Hice el curso de Midjourney de Gobelins, pero me interesa más la autenticidad”, confiesa Axel, alumno de fotografía, con su cámara Leica analógica colgada del hombro. “Con IA o sin IA, lo importante es la motivación y la sensibilidad que cada artista pone en sus proyectos.” Este precisamente lo que Yann Philippe busca desarrollar porque considera que “es ahí donde está su valor añadido”.
La inteligencia artificial generativa avanza más rápido que el ritmo al que se da respuesta a las dudas y preguntas que ésta plantea, y se exige un marco normativo a la altura de los retos que conlleva. La Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, en vigor desde el 1 de agosto de 2024, es un primer paso, pero no parece suficiente. En el ámbito educativo, la UNESCO ha realizado una llamada urgente a los gobiernos de todo el mundo para que la regulen de manera eficaz.
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El debate alrededor de la inteligencia artificial se instala en las escuelas de diseño, animación y fotografía de París. De la productividad a la sensibilidad artística, la comunidad educativa busca respuestas y garantías en cuanto a las salidas profesionales.
ChatGPT, Midjourney y Firefly son solo algunos de los muchos nombres comerciales de la inteligencia artificial generativa (IAG), una tecnología que se nutre de datos, textos e imágenes para entrenar sus algoritmos y, a su vez, producir nuevos contenidos escritos y audiovisuales. Aunque el origen de la IA generativa se remonta a varias décadas atrás, el desarrollo exponencial durante los últimos años explica el debate acerca de sus límites éticos, su impacto ecológico y la creciente preocupación por su falta de regulación. Y también sobre la banalización del arte y el trabajo creativo.
“Es un insulto a la vía misma”, declaró Hayao Miyazaki, fundador del famoso estudio de animación Studio Ghibli, tras la ola de imágenes inspiradas en el estilo de sus películas creadas con inteligencia artificial. Una opinión compartida por un sector de los estudiantes que aspiran a trabajar en dicha industria.
Foco en la propiedad intelectual“Es regurgitar un montón de imágenes hechas por artistas a los que no han pedido su consentimiento. No tiene sentido”, se queja Lianne, estudiante en cine de animación en la escuela de Gobelins París. "Es ilegal, no pagan por los derechos de autor, ¡es un robo!", añade su compañera Laura. Sin una delimitación clara, la cuestión de la autoría sigue siendo confusa.
“Es algo cada vez más presente en nuestro día a día y creo que irá a más”, opina Louane, que también cursa cine de animación en Gobelins. Prefiere no pensar en la inteligencia artificial porque le produce cierto estrés, “pero es verdad que hay que tenerlo en cuenta”, admite. “Si hacemos una formación tan reconocida como ésta es para encontrar trabajo después. Si la IA nos lo quita, es estúpido hacerla”, concluye.
El diseño gráfico, ¿en peligro?Difícil obviar la cuestión. Según el último Informe sobre el Futuro de los Empleos del Foro Económico Mundial, publicado en enero de 2025, la automatización que la IA trae consigo supondrá la destrucción de 92 millones de puestos de trabajo para 2030, mientras que creará otros 170 millones. Entre las profesiones con una rápida tendencia de declive, según este informe, está el diseño gráfico.
“Una compañera de trabajo que no tenía estudios en este ámbito hizo un logo con ChatGPT y pensó que así ya podría ser grafista. Me lo dijo como si mi trabajo fuese un fraude", cuenta Axelle, estudiante de la escuela de diseño LISAA.
Útil para ganar tiempoPero la IA no es perfecta. Como cualquier otra herramienta, para los que se sirven de ella como tal, es necesario utilizarla correctamente para obtener los resultados deseados. "Te hace ganar mucho tiempo, pero hay que saber hacer un prompt (la orden que se le da a la IA para que responda con un texto, imagen o vídeo, NDLR) y seleccionar las imágenes correctas. Siempre hará falta un director artístico que la supervise”, asegura Noémie, también de la escuela LISAA. “Tengo un bagaje suficiente como para poder encontrar un empleo. No puedes no usarla solo por tener miedo a que te quite el trabajo."
Algunos la usan porque la ven como una herramienta, otros la rechazan por motivos éticos o ecológicos, pero el debate alrededor de la inteligencia artificial roza incluso lo filosófico. "Mientras no tengas demasiado apego a las herramientas y mantengas tu independencia y tus ideas, me parece bien", dice Tony, alumno de diseño gráfico y animación en la escuela ECV, aventurándose a hacer el paralelismo con la película “Her” (Spike Jonze, 2013), donde el personaje interpretado por Joaquín Phoenix se enamora de una inteligencia artificial.
“En la escuela usamos la IA para generar storyboards que luego convertimos en secuencias de video.”. Para él, la utilidad está en la fase de preproducción de los proyectos, donde asegura que le permite avanzar mucho más rápido.
Priorizar la creatividad y la sensibilidadEl grado de permisión e incorporación de la IAG en los programas educativos depende de cada escuela, de cada departamento y de cada docente. “Nosotros incorporamos la IA desde el primer año de la formación. Los alumnos aprenden técnicas de fotografía analógica y digital, pero también el tratamiento de sus fotos con inteligencia artificial”, explica Yann Philippe, enseñante de fotografía y vídeo en Gobelins.
"No sentimos que nuestro trabajo esté directamente amenazado por la IA y creemos que, con un buen uso e inteligencia, puede potenciar la creatividad de algunos alumnos”. Son sorprendentemente los que ingresan con amplios conocimientos de IA generativa los menos interesados en trabajar con ella y más con el formato analógico y los procesos tradicionales, a diferencia de quienes no la han utilizado aún. “De todas formas, las herramientas avanzan a tal velocidad que cuando terminamos de preparar los cursos, ya están obsoletas."
“Hice el curso de Midjourney de Gobelins, pero me interesa más la autenticidad”, confiesa Axel, alumno de fotografía, con su cámara Leica analógica colgada del hombro. “Con IA o sin IA, lo importante es la motivación y la sensibilidad que cada artista pone en sus proyectos.” Este precisamente lo que Yann Philippe busca desarrollar porque considera que “es ahí donde está su valor añadido”.
La inteligencia artificial generativa avanza más rápido que el ritmo al que se da respuesta a las dudas y preguntas que ésta plantea, y se exige un marco normativo a la altura de los retos que conlleva. La Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, en vigor desde el 1 de agosto de 2024, es un primer paso, pero no parece suficiente. En el ámbito educativo, la UNESCO ha realizado una llamada urgente a los gobiernos de todo el mundo para que la regulen de manera eficaz.
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