El domingo de Pascua es un día de fiesta. Cristo nació, se hizo carne, padeció y murió por cada uno de nosotros, pero lo más trascendental e impactante y lo que da sentido a nuestra vida, es que Cristo ha resucitado. Si Cristo no hubiese resucitado nuestra fe sería en vano. Cobra sentido y contenido nuestra fe desde el momento en que Cristo ha resucitado. Una de las cosas más indiscutibles en el mundo es la aparición de Jesús como Salvador. La historia universal, la cantidad de creyentes en el mundo, la expansión del evangelio a través de la entrega de Jesús como Salvador y los judíos reconociendo y aceptando a Jesús como único Salvador, nos indica el impacto que causa Jesucristo en la vida de las personas.
El diablo ha sido derrotado en la Cruz del calvario, pero su desastrosa y total derrota se produjo cuando Cristo resucitó. En ese momento cúlmine se cae el plan del diablo que siempre ha sido destruir al ser humano. A través de la resurrección de Cristo, hoy, Él vive y vive en cada uno de los que le buscan. A través de su resurrección nosotros resucitamos juntamente con Él.
Cuando Cristo resucita se transforma en: