Libro de Génesis 1:
26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza....
27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
El primer pensamiento de Dios con respecto al hombre/mujer, fue primero crearlo. Dios expresó su idea, su deseo, su proyecto, él trazó sobre su tablero o mesa de diseño, mejor dicho en su programa Ilustrator, CANVA o Autocad (preguntar) lo que el hombre representaría en la tierra. El hombre, sería la imagen y semejanza de la Trinidad. Dios no se quedó sólo con la idea o el deseo, lo llevó a lo tangible, lo creó, y punto. Podemos especular con la teoría del Darwinismo, pero el eslabón vinculativo con el mono, por ahora, brilla por su ausencia. Lejos de ésto, lo relevante en este maravilloso caso, es la generosidad implícita del creador a su obra, podemos estremecernos desde esta perspectiva, la extraordinaria entrega y amplitud de un ser como Dios, a otro que va a ser, el hombre. Nosotros aquí estamos, leyendo el Génesis/el principio, el cómo fue y el cómo soy, con el cordón vinculativo intacto (no se nos perdió el eslabón) seguimos siendo creación, con una imagen y una semejanza tangible, Dios con nosotros no se guardó nada, dió todo, incluso encarnó parte de la Trinidad, en su hijo Jesucristo, para rescatar-salvar-restaurar nuestra vida. Lo mejor de la evolución es vivir el Génesis, no sigamos viviendo en la caverna de la involución moderna. Somos lo mejor de la creación, elegidos para expresar el mensaje del Reino de Dios, vinculados perfectamente por Jesucristo, empoderados por el Espíritu Santo. Bajate de la palmera de la mediocridad distractiva, salí de la caverna de la inmadurez, no sigas viviendo en un tiempo que ya pasó.