A lo largo de casi 2 meses hemos estado conversando sobre el camino a la perfección. Una apuesta alta y desafiante pero clave para mejorar nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean. Resulta importante recordar que la gran apuesta que Cristo nos hace es la de mejorar día a día sin aburguesarnos en el estado de confort donde creemos que sólo con un par de ceremonias personales y litúrgicas podemos llegar a alcanzar la gracia plena de Dios sobre nosotros. Él sabe de nuestro potencial y es por eso que nos desafía a ser mejores y mirar la perfección en nosotros como el aspiracional que debemos alcanzar. Cuando conocemos a Cristo, pasamos a ser diferentes al estándar. Con origen en el latín perfectus, la palabra perfecto describe a la cosa, organismo o individuo que reúne el más alto nivel posible de excelencia en relación a los demás elementos de su misma especie o naturaleza.

Por tal motivo ese desafío nos lleva a ocuparnos en no hacer lo que nos resulta fácil, sino que nos motiva a pelear por algo mayor / distinto, donde la persona de Jesús se vea manifestada. Nuestro estándar es superior al del promedio.

Veamos en resumen algunos de los temas ya vistos que nos impulsan a perfeccionarnos.

Es precioso y revelador conocer lo que significa para Cristo el concepto de Iglesia. A lo largo de los siglos, el diablo ha tratado de desdibujar el significado y propósito de la Iglesia. Muchas personas prefieren decir que son cristianos o que creen en Dios, pero que no le hablen de Iglesia. Ese concepto es propio de la desilusión, (aunque muchas veces son excusas), de una organización que se ha ocupado de todo menos para la cual fue constituida por Jesucristo. Saber lo que significa, el propósito, contenido de una Iglesia nos entusiasma inevitablemente a ser parte de ella y derriba cualquier argumento humano que pueda alejarnos de ella. Miraremos el camino hacia esa perfecta Iglesia que nos contenga y nos haga parte del cuerpo de Cristo.

Cuando uno quiere llegar a un destino intenta elegir el mejor camino para llegar de la mejor manera.

Cuando elegís un camino hacia tu destino normalmente buscas la mejor alternativa donde no te encuentres con imprevistos que hagan de ese viaje un dolor de cabeza o bien produzca algún retraso en la llegada a tu objetivo. La vida se trata de un viaje en el que tenemos la capacidad de elegir a través de qué camino la queremos hacer transitar.

La palabra de Dios nos enseña cual es el camino perfecto para que podamos tomar y llegar a destino de la forma más perfecta.

Nuestra mente es un depósito infinito de pensamientos que determinan nuestra conducta y emociones. La definición de la palabra Pensar es: Formar ideas y

representaciones de la realidad en su mente, relacionando unas con otras.

De la manera en que pensamos, vamos a generar realidades diferentes en nuestra mente y, por ende, en nuestras vidas. El Señor nos enseña la mejor manera para

pensar y poder tener una mente sana. Hay maneras de pensar que pueden llevarnos a vivir vidas de fracaso y otras maneras de pensar que pueden hacernos alcanzar

metas y sueños mayores a lo que alguna vez nos imaginamos, el secreto está en qué y cómo pensamos. Cuáles son nuestros pensamientos. Perfeccionando nuestra manera de pensar vamos a poder perfeccionar nuestra manera de vivir.

Pensamientos sanos se traducen en vidas sanas.

La palabra amor es una palabra que a lo largo del tiempo se ha transformado en una palabra trillada y común donde lo esencial de la misma se perdió. Hay canciones, días alusivos al amor, novelas, películas y libros que hablan del amor, pero la palabra de Dios nos eleva enseñándonos cómo perfeccionarnos en el amor y cómo actúa el amor cuando se perfecciona en nosotros. El amor es lo más poderoso que pueda el ser humano conocer. La esencia de Dios es amor. Cuando Juan lo describe lo resume en “Dios es amor” Por tal motivo vamos a ver por qué y cómo potenciar, y perfeccionar ese amor en nosotros.

¡Qué satisfacción nos da poder caminar por la vida con fe! La fe nos da seguridad, certeza, convicción y una personalidad fuerte para encarar la vida desde un lugar diferente. Por eso pedimos más fe, clamamos por poder tener esa fe que mueve montañas y haga milagros extraordinarios. Es importante poder entender por dónde comienza y cómo se construye esa fe en el día a día. Podemos perfeccionar esa fe .El camino hacia esa perfección es a través de la acción. La fe no es un acto pasivo de esperar, sino es un acto activo que, poniéndola en práctica potencia y perfecciona nuestra fe.

La constancia es una cualidad que le permite al ser humano alcanzar logros que jamás podría alcanzar solo con sus capacidades y competencias tanto intelectuales como físicas. El ser constantes, nos posiciona por encima de la media de cualquier persona y nos potencia independientemente de nuestras cualidades personales. Por tal motivo Dios nos enseña e impulsa a ser constantes en cada uno de nuestros caminos para ser personas exitosas y plenas.

Cuando conocemos a Cristo pasamos a ser diferentes al estándar. Con origen en el latín perfectus, la palabra perfecto describe a la cosa, organismo o individuo que reúne el más alto nivel posible de excelencia en relación a los demás elementos de su misma especie o naturaleza.

Por tal motivo ese desafío nos lleva a ocuparnos en no hacer lo que nos resulta fácil o hacen aquellos que no conocen a Jesús, sino que nos motiva a pelear por algo mayor / distinto, donde SU gloria se vea manifestada. Nuestro estándar es superior al del promedio.

Es importante destacar que el camino hacia la perfección se construye entendiendo lo que significa y asumiendo la responsabilidad y compromiso de hacerlo. Ser un verdadero cristiano no es un culto emocional, sino que es un culto racional con la emocionalidad espiritual que solo produce su presencia de Cristo en nosotros.

La gran apuesta que Cristo nos hace es el de mejorar día a día sin aburguesarnos en el estado de confort donde creemos que, sólo con un par de ceremonias personales y

liturgias, podemos llegar a alcanzar la gracia plena de Dios sobre nosotros. Él sabe de nuestro potencial y es por eso que nos desafía a ser mejores y mirar la perfección en

nosotros como el aspiracional que debemos alcanzar. Cuando conocemos a Cristo pasamos a ser diferentes al estándar. Con origen en el latín perfectus, la palabra perfecto describe a la cosa, organismo o individuo que reúne el más alto nivel posible de excelencia en relación a los demás elementos de su misma especie o naturaleza.

Por tal motivo, ese desafío nos lleva a ocuparnos en, no hacer lo que nos resulta fácil o hacen aquellos que no conocen a Jesús, sino que nos motiva a pelear por algo mayor / distinto, donde SU gloria se vea manifestada. Nuestro estándar es superior al del promedio.

A lo largo de casi 2 meses hemos estado hablando sobre qué es el reino, lo que significa vivir en el reino, cuál es la cultura, los principios, beneficios, el idioma y los requerimientos para ser ciudadanos del Reino. Hoy terminaremos esta serie haciendo una oración y pidiendo que venga Su Reino sobre cada uno de nosotros. Tomaremos la decisión de pedir a Dios que su Reino venga