Siempre le digo a mis clientes de coaching: ten urgencia, pero no desesperación. Ponte una meta exigente, para que te veas obligado a trabajar duro por alcanzarla, pero no dependas emocionalmente, ni económicamente, del alcance de esa meta. De otro modo, tu expectativa frente a cada posible oportunidad será más alta, y como consecuencia, de forma automática, estarás proyectando necesidad, aunque la quieras ocultar. Y siempre, tu posible cliente, o tu posible empleador, o tu posible inversionista, o tu posible asociado va a percibirlo, y no va a querer hacer negocios contigo. A nadie le gusta hacer negocios con alguien que se muestra necesitado. Da lo mejor en cada cosa que haces, pero fórzate a mantener un estado emocional estable con cada resultado, incluso cuando las cosas resultan a tu favor. Por eso, me gusta recomendar que asegures tu economía básica, y que luego entonces persigas tus metas más ambiciosas de forma paralela.