Fue el 10 de noviembre de 1903 el día en que la inventora Mary Anderson, nacida en Alabama,  logró patentar una idea que cambiaría al mundo de los automóviles.

En una visita a Nueva York en el invierno de 1902, tomó el tranvía y notó que en todo el recorrido el conductor debía detenerse y salir continuamente a limpiar la suciedad, el agua y el hielo que se impregnaban en el parabrisas. Un día después del primer paseo buscó un diagrama del dispositivo de barrido elemental, y cuando regresó a Alabama, contrató a un diseñador para que diseñara un dispositivo de accionamiento manual para mantener el parabrisas limpio.

En un principio nadie se interesó en su invento, e incluso algunos aseguraron que causaría más accidentes por la distracción de los conductores, pero fue Henry Ford quien si vio el potencial y comenzó a utilizar el invento en su modelo T, convirtiéndolo en un estándar para todo automóvil.