La ola de frío combinó una serie de factores con frentes helados que llegaron de zonas antártidas y tan repetidos que las temperaturas no alcanzaban a subir con el calor de la superficie terrestre ni siquiera durante el día. Sin embargo, no fue el junio más frío del que se tenga registro, aunque los vientos fríos sí se extendieron por otros países de América Latina.
Argentina llegó a ser el país más frío del mundo a finales de junio. Eso es cierto si no se cuenta las zonas polares, especialmente la Antártida. Además, no fue el único. Chile también tuvo vientos helados extremos que disminuyeron las temperaturas incluso a niveles por debajo de lo registrado en Groenlandia, con la diferencia de que en el hemisferio sur es invierno en este momento.
Concretamente, la ola de frío comenzó el 26 de junio y alcanzó su punto álgido el 30 del mismo mes. Pero aún así, este no fue el junio más frío que se ha registrado en Argentina, sino que los vientos helados llegaron especialmente en los últimos 10 días del mes. El Servicio Meteorológico Nacional reportó sitios de la Patagonia, en el sur, que alcanzaron hasta los -18°C.
Si bien en términos absolutos el sur fue donde hubo temperaturas más bajas, en comparación con lo que es habitual para esta temporada del año, los cambios más drásticos se vivieron en el norte y el centro del país. A eso se le llama anomalía de temperatura, que significa cuánta diferencia hay entre lo que se registró y lo que es habitual para la zona y el momento. Así en el norte hubo hasta -4°C, cuando el promedio normal ronda los 8°C.
La pregunta entonces es cómo Argentina y Chile llegaron a temperaturas tan bajas, incluso para la época. La primera de las razones fue que, desde la Patagonia y hacia el centro y norte del país, entraron múltiples frentes fríos, uno tras otro, lo que impedía que las temperaturas subieran incluso en las horas de la tarde, como suele suceder durante el invierno. El punto más difícil comenzó el 29 de junio.
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“Se sumó un último ingreso de aire frío, pero era aire prácticamente antártico, no polar como solían ser los otros. Y ya una atmósfera que estaba muy fría sumada a este ingreso de aire muy muy frío, se produjo un descenso de temperaturas muy importante en Argentina, que estuvo afectando prácticamente toda la semana”, explicó a France 24 Cindy Fernández, meteoróloga y vocera del Servicio Meteorológico Nacional de Argentina.
La diferencia entre el aire polar y el antártico radica en el origen de los vientos. Los primeros se originan alrededor de los 60 grados de latitud y cerca del polo, o también en corrientes marinas. Y suelen ser un poco más cálidos que las masas de aire que surgen desde la Antártida o cerca de allí, y que tienen temperaturas mucho más bajas.
Ese último frente de frío fue el que golpeó a finales de junio a Argentina y fue tan fuerte que incluso llegó a zonas de Brasil, Paraguay y Bolivia. Además de ser sumamente frío, sus vientos avanzaron más rápido de lo usual, contrario a lo que suele ocurrir. “Las masas de aire a medida que van circulando y se van desplazando sobre el continente, empiezan a modificar su temperatura lentamente porque la superficie terrestre suele estar un poco más templada que el océano, entonces elevan su temperatura. Pero en esta oportunidad, como avanzó demasiado rápido, tardó menos de un día ir de sur a norte, esa masa de aire casi no cambió su temperatura, por eso el gran impacto”, explicó la vocera.
Al frente frío se sumó que las altas presiones atmosféricas provocaron mucha estabilidad. “Por eso hubo cielo despejado casi todo el tiempo, lo que reforzaba el enfriamiento nocturno, es decir, los descensos térmicos, sobre todo en la noche”, indicó Fernández. Además, las temperaturas bajas se mantuvieron a lo largo del día, cuando lo usual para un invierno en Argentina es que haya un poco más de calor en las tardes. Por ejemplo en Buenos Aires, la máxima entre el 29 y 30 de junio, los días más críticos, rondó los 5°C cuando lo habitual es que suba por encima a los 15°C.
La combinación de todos estos factores afectó severamente a la agricultura y al suministro de gas. “Gran cantidad de ciudades, e incluso de zonas agropecuarias, que al estar tan baja la temperatura durante todo el día, el hielo, la formación de escarcha no se descongeló en toda la jornada, y eso es más peligroso que incluso cuando tenés un rato de temperaturas muy bajas. Porque, por ejemplo, los cultivos se afectan por las heladas, no tanto por cuánto frío hace, sino por cuánto tiempo prevalece ese frío”, señaló Fernández.
En consecuencia, el Gobierno suspendió temporalmente el gas natural comprimido para vehículos con el objetivo de priorizarlo para los hogares, ya que el consumo de gas aumentó ante el incremento de uso de calentadores. Según la Asociación de Gas Natural, el récord de consumo superó los 100 millones de metros cúbicos de gas consumidos en un solo día, cuando el máximo era de 96 millones. A esto se suma que el frío fue tal que afectó las tuberías que suministran gas, con lo que la oferta se redujo en partes del país.