De todos los nacionalismos, el nacionalismo musical es el
que más me interesa. Y es que hay artistas cuyo discurso está
profundamente cimentado en la cultura con la que han crecido y que han ayudado
a modelar, pero también es una reivindicación de la idiosincrasia artística que
puede existir en escenas absolutamente apegadas al territorio del que
pertenecen.
No es casualidad que Kiko el Crazy, uno de los iconos de
la música urbana dominicana del último lustro, decida titular “Llegó el Domi”
su álbum debut (bueno, hay un álbum anterior, pero que era más una recopilación
de sus primeros singles) y lo primero que suelte por la boca sea: “dominicano
soy: no ando en esa, hago mi dili’ adonde voy, atrá’ de lo’ cualto’”.
Sabiéndose un embajador cultural de la República
Domincana del siglo XXI, Kiko el Crazy ha decidido que su debut rebose dominicanismo
por todos los poros: prácticamente todas las canciones hacen referencia a su
país,
y varios de los títulos hacen alusión a frases o conceptos identificados con la
jerga de su país; pero a lo largo de las dieciocho canciones y casi una hora de
duración del disco, también sirve como manifiesto de las distintas
sensibilidades sonoras que la escena urbana de su país representa y como
termómetro del estatus que el artista oriundo de Santiago de los Caballeros
tiene en la actualidad, al contar con una corte de nombres propios de
infarto: desde El Alfa, Darell y Farruko a will.i.am, Jowell & Randy o Zion
& Lennox.
Evidentemente, el dembow está presente en varias de las
canciones de “Llegó el Domi” (en “Comandante”, “Háblale de Cualto”, “Busca un
culo”, “La Pámpara” o “La Popi”, entre otras), así como géneros como el
electrolatino (“Mi 3 Pana”) o el dancehall-house (“La Pasamo” o “Latina”, junto
a will.i.am, líder de los Black Eyed Peas), pero hay un universo de los sonidos
caribeños, imponiendo diálogos entre el reggaetón con el merengue, el guaguancó,
la champeta o el calipso en canciones como “La vida mía", “Nube negra”, “Te
doblaste” o “Chukiteo”, entre otras.
Igual va llegando la hora de cambiar la mirada de
epicentros urbanos como Puerto Rico, Colombia o Argentina y mirar más a Dominicana,
que ya replicó.
Alan Queipo.