Juan 12:20-30
La vida cristiana normal - YO => NOSOTROS => MÁS
En un libro que saldrá en Alemán este año estaré publicando el contenido de cinco de mis libritos que ya está en Español. En busca de un subtítulo encontré el la biografía de Michelle Obama, esposa del presidente Obama de los EEUU. La señora Obama divide su historia en tres capítulos principales que son:
=> Llegando a ser Yo
=> Llegando a ser Nosotros
=> Llegando a ser Más
Cuando ví esto, pensé que esto es exactamente lo que pasa con una persona que se convierte a Jesús: Primero cambia su vida, el yo, luego desarrolla esta nueva identidad en el contexto de su iglesia, el nosotros, y en el mejor caso, esta combinación producirá un fruto y un impacto más allá de su vida. Jesús deja bien claro que uno de los propósitos principales de la vida cristiana es que produzca un fruto para Dios y su Reino: „En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos“ (Juan 15:8). Solo vale la pena mencionar que el fruto que produce el pámpano no es para su propio consumo, sino es únicamente para el labrador que es el Padre. Pámpanos no comen uvas, por que se alimentan de la vida ...
YO
Cuando aceptamos a Cristo, se dan cambios muy profundos, de los cuales no estamos completa-mente conscientes al principio. El recibir a Cristo lleva, según la Biblia, a un nuevo nacimiento: „Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios“ (Juan 1:12-13).
Por medio de la oración, la alabanza y la lectura de la Biblia el recién nacido de nuevo puede darse cuenta y desarrollar una mayor consciencia de quién realmente ha llegado a ser. No fue un cambio de religión o de filosofía, sino un cambio completo de una identidad antigua y pecaminosa a una nueva, creada por la acción del Espíritu Santo y la palabra viva de Dios.
El nacido de nuevo tiene que aprender a ejercer su fe para aceptar los hechos que Dios soberana-mente creó en y para nosotros:
a. Una nueva naturaleza - la de Padre - 1ª Juan 3:9.
b. Una nueva posición - la justicia del Hijo - 2ª Corintios 5:21.
c. Un nuevo poder y compañero de vida - el Espíritu Santo - Juan 7:37-39.
Al que es nacido de nuevo no le hace falta absolutamente nada. Lo que mencionamos no son rea-lidades que se tienen que ganar por esfuerzos humanos o un comportamiento correcto, sino que son nuestro capital de inicio. El estilo de vida del nacido de nuevo se describe con la famosa frase: „El justo por la fe vivirá.“ El nacido de nuevo ya es justo, y su fe le da acceso a todo lo que Dios ha hecho para él y lo que corresponde a su nueva identidad.
El mayor peligro del nacidos de nuevo es lo que yo llamo el espíritu religioso. Este peligro es tan real que el Nuevo Testamento dedica libros enteros, como la carta a los Gálatas, a este tema. El espíritu religioso es fácil de detectar porque lleva a los cristianos a creer que lo que por gracia y fe les fue concedido se tiene que ganar por medio de obras, comportamientos correctos y ritos religio-sos. Caer de la gracia, en el Nuevo Testamento, no es tanto volver a pecar, sino más bien tratar de ganarse la salvación por medio del esfuerzo humano.
NOSOTROS
La iglesia es la voluntad de Dios para los nacidos de nuevo. Es la forma de vivir mi fe en comuni-dad que Dios ha escogido para nosotros. No existe una alternativa para la iglesia.
Los cuadros que la Biblia usa para describir la iglesia siempre tienen el denominador común de que el individuo es parte de algo más grande que el. El cuerpo tiene muchos miembros, y el templo tie-ne muchas piedras. Un ojo no es un cuerpo, y una piedra no es un templo, pero tanto el cuerpo como el templo quedan incompletos si le falta el ojo o una piedra.
El nacido de nuevo en Cristo necesita aprender a buscar y ocupar su lugar en el NOSOTROS de la iglesia. La mentalidad de un NOSOTROS superior al YO es esencial para el desarrollo del creyente. Por esto la oración que Jesús enseñó a sus discípulos está en la primera persona plural, y no singu-lar. Debemos orar: „Padre nuestro“, y no ´Padre mio`.
Dentro de la iglesia los cristianos deben ser formados como discípulos de Jesucristo. Esto incluye la enseñanza que transforma y no solamente informa. Incluye también la oportunidad de dar y reci-bir, de demostrar valentía tanto como humildad. Realmente la iglesia debería ser la comunidad de creyentes quienes van puliéndose unos a otros con tal de que la hermosura de las piedras preciosas puedas resaltar y manifestarse más y más.
MÁS
La iglesia no es la última dimensión que le debe interesar al nacido de nuevo. Cuando ya ha enten-dido su nuevo YO en Cristo, y si ha aprovechado todo lo que se puede aprender en el NOSOTROS de la iglesia, le toca empezar a invertirse en lo que la Biblia llama el Reino de Dios. Este Reino de-be ser introducido a toda la sociedad por medio de nuestra presencia y proclamación. Cristianos son por definición la sal de la tierra y la luz del mundo.
El gran mártir alemán, Dietrich Bonhoeffer, nos dejó dicho: „La iglesia es iglesia verdadera cuando empieza existir para los que aun no son parte de ella.“
Francisco de Asis dijo: „Predicad el evangelio en todo tiempo. Si es necesario, usad palabras!“
Nuestra nueva identidad en Cristo, y nuestra iglesia tienen el fin de prepararnos para llevar el evan-gelio a cada área de nuestras vidas cotidianas, empezando con nuestras familias. La luz se necesita, donde hay tinieblas, y la sal donde se ha perdido el sabor de la verdad.
Igual como el cristiano individual está en peligro de ver su nueva identidad como un asunto pri-vado, también la iglesia puede convertirse en una comunidad de solo gira alrededor de sus propios intereses. Si no tiene una visión más allá de su nosotros, está fallando en lo que es su llamado. No se pueden discipular las naciones dentro de la reuniones de la iglesia:
„Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado“ (Mateo 28:18-19).