Vivimos en medio de la cultura de la inmediatez, pero el Reino de Dios no opera de esa manera, Él no está limitado por el reloj, y aunque parece que sentimos que está llegando tarde, jamás es así, siempre llega a tiempo. Y como creyentes, debemos aprender a convivir con una tensión: La promesa que el Padre ha dado y el proceso por el que nos permite pasar y en medio de esa tensión, la fe es formada, se prueba el corazón y se purifica el carácter.