Cuando rugió por primera vez en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, el cañón de campaña francés de 75 mm revolucionó la artillería y cambió el curso de la guerra moderna.
Designada oficialmente, esta arma fue celebrada como una maravilla tecnológica para su época, ya que ofrecía una precisión, velocidad y movilidad sin precedentes.
Ampliamente conocido como el French 75, se convirtió en un caballo de batalla de las fuerzas aliadas, sirviendo no sólo en Francia sino también en los ejércitos de varias potencias amigas