Tras el asesinato de Calígula, la Guardia Pretoriana encontró escondido al tonto de su tío. Se lo llevaron al cuartel y entre vítores le aclamaron Emperador.
Messalina era ya su tercera esposa y todo el tiempo brincaba de escándalo en escándalo. Fue muerta por orden del colaborador de Cláudio, Narciso, junto al resto de los integrantes del complot, que pretendían sustituir a Cláudio tras la boda de la emperatriz con su amante de turno.
La cuarta mujer, Agripina, hizo buena a la tercera.