¿Alguna vez te has preguntado cuáles son los quesos más apreciados en China o en Mongolia? Si bien el queso en Europa es un producto muy apreciado desde hace siglos, en el caso de Oriente las últimas décadas marcan el auge en cuanto al interés por el queso. En este viaje hacia el Este, nuestra primera parada nos lleva a un curioso Museo del Queso en Corea del Sur.

El queso es un motivo perfecto para planificar una escapada. Es tan sabroso y tan curioso, que son muchas las rutas temáticas que discurren en diversos países del mundo con el pretexto de descubrir sus encantos. Las impresionantes cuevas de la Roquefort Société, donde la ventilación natural es el contexto donde se produce el queso azul más codiciado de Francia, no son el único escenario de este suculento itinerario.

Fue una ruta muy suculenta y codiciada a lo largo de los siglos. La pimienta, la nuez moscada, la canela o el clavo eran algunas de las especias de un comercio que, en los inicios, dependió de los marineros indonesios. Estas caravanas exóticas atravesaron Asia, recalaron en Arabia e incluso se mecieron en las aguas del Mar Rojo. Su control, ya que la venta de estos productos podía multiplicar por 100 su valor, cambió de manos a lo largo del tiempo. Indios, árabes, españoles… Y también portugueses, que llegaron hasta este botín al bordear el cabo de Buena Esperanza, fueron parte de esta historia de codicia. Las especias, en el siglo XXI, también acompañan a los quesos.

Cuando echamos la vista atrás, muy atrás, observamos que el queso ha sido un alimento presente en diversas civilizaciones. Esa vuelta al pasado, a través de los siglos, confirma que, efectivamente, es un arte milenario. Sumerios, egipcios, griegos, romanos o el Perú tras la conquista del Nuevo Mundo son un buen ejemplo.

No es nada nuevo que Estados Unidos es un crisol cultural. Hasta este vasto territorio al otro lado del Atlántico viajaron europeos en busca de El Dorado en el siglo XIX, sueños y fortuna. Sin embargo, aquel inabarcable país que declaró su independencia un lejano 4 de julio de 1776 también se nutrió, y mucho, de los usos y costumbres que aquellos emigrantes llevaron consigo durante las largas travesías marítimas con destino al Nuevo Mundo. Las tradiciones culinarias, los gustos gastronómicos y los secretos de la elaboración del queso también se colaron entre las maletas de los viajeros que perseguían seguridad y prosperidad y que, como es de imaginar, sortearon innumerables complicaciones y lágrimas en el destino. ¿Alguna vez os habéis preguntado cuáles son los quesos made in America?

Lo que hoy denominamos take away ya estaba inventado en el Imperio Romano. Cuando los invitados acudían para compartir aquellas suculentas cenas tempranas que tenían lugar sobre las 4 de la tarde, podían traer su propio mappae. Desde mediados del siglo I d.C., se puso de moda esta especie de servilleta con la que se limpiaban la boca y en la que metían las sobras de la comida. Seguro que en este hatillo no faltaba un buen pedazo de queso, que los romanos aderezaban con tomillo, frutos secos, piñones o pimienta.

Si el cuerpo y las papilas gustativas aguantan, saborear 111 variedades de quesos a la hora de la comida, o la cena, está al alcance de la mano. Solo hay que viajar a Narbona, en el Sur de Francia, y reservar con antelación una mesa en sus exuberantes jardines, bajo su carpa barroca o en alguna de las estancias de maderas nobles del restaurante Les Grands Buffets.

Desde los faraones del antiguo Egipto, hasta Carlos III de Inglaterra, pasando por Carlomagno o los Reyes Católicos, la realeza también ha sucumbido al sabor del queso.

Con la llegada del otoño, desde 1810 se celebra en Alemania una de las

fiestas populares más famosas del país, el Oktoberfest o Festival de

Octubre, un acontecimiento que se ha extendido a otros países y en los que,

por cierto, no faltan los quesos. ¡Bienvenidos a un maridaje que no falla!

Podríamos hablar del encanto de sus calles barrocas entre canales y

tulipanes. Sin embargo, nuestra cita tiene lugar en el Waagplein de la

localidad de Alkmaar, a 40 kilómetros de Ámsterdam. Allí se celebra, todos

los viernes comprendidos entre abril y primeros de septiembre, un

espectáculo pintoresco y colorista con el queso gouda como protagonista.

Comienza a las 10.00 de la mañana con un sonido muy característico, que

normalmente tiene el honor de inaugurar un invitado especial…