La imagen de Ana Cacopardo en los medios audiovisuales se proyecta como una rara avis, alejada de los estereotipos en danza. Sus programas, fuertemente emparentados con el documentalismo, se disparan a partir de una agenda e investigación que vinculan lo subjetivo con lo presente y la memoria colectiva. Por su ciclo “Historias Debidas” (Encuentro), fue merecedora del premio Lola Mora 2013 y uno de sus muchos documentales, “Cartoneros de Villa Itatí”, que produjo junto con Eduardo Mignona, ganó en el Quinto Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos. La entrevista, la producción, el guión, el enfoque, la médula de los asuntos tratados, son marcas de su alta calidad.

Con su voz potente, sus matices de tecladista y su inspiración de compositor, es el alma y vida de “Alma y vida”, banda que la historia del rock nacional y su fusión con el jazz le reserva la condición de fundadora, junto con otras pioneras. Es aquel creador del mítico Del gemido de un gorrión. Y ya en las edades mayores, Carlos Mellino reaparece cada tanto, con sus compañeros de siempre, sus éxitos eternos, sus nuevas propuestas. Y él, todo un abuelo, traslada sus vivencias a obras artesanales en coproducción activa con sus seres queridos como “Hasta que llegue mi voz”, su nueva obra.

Fue el fundador del Frente de Artistas del Borda, un espacio de denuncia y cambio social, desde donde sembró y cultivó una innovadora concepción en el tratamiento de la salud mental. Su lucha por el fin del encierro y por la transformación del manicomio es permanente, con una propuesta innovadora al incorporar talleres de arte como una disciplina per se. Sava preside la “Asociación Civil Red Argentina de Arte y Salud Mental”, es autor del libro “Desde el mimo contemporáneo hasta el teatro participativo” y coautor de “Frente de Artistas del Borda, una experiencia desmanicomializadora”. Un tipo que va al frente.

Su vida pública y su ideario se desarrollan a través de dos caminos pavimentados con sólidas convicciones sobre la igualdad y la justicia: el periodismo y la abogacía. Hay dos causas emblemáticas en su derrotero: Papel Prensa y la adopción de bebés por parte de la directora del diario Clarín. Justamente “La Noble Ernestina” es uno de sus libros más representativos. Fue delegado gremial de ese diario, perseguido por la empresa al punto de no dejarlo entrar a la redacción. En la actualidad escribe en “Caras y Caretas”, “Un caño” y en diversas publicaciones del exterior. Y milita, como hace una treintena de años, en la lucha por derechos humanos.

Su historia hasta mediados de 1978 –hija de inmigrantes judíos, partera, madre de una adolescente con avanzados estudios de medicina- transitaba sin sobresaltos, hasta que entró en una vorágine de penurias. Rosa supo que su Patricia entraba en la clandestinidad como militante de Montoneros. Pronto sería una desaparecida más. Hizo lo imposible por dar con su paradero , y luego con el nieto que alumbró Patricia en la Esma. Lo primero, no lo logró, como tantísimos atroces casos perpetrados por la dictadura cívico militar. Pero con su tesón, recuperó a su nieto. Rosa tiene 94 años, unos 21 de búsquedas desesperadas, y un tiempo feliz, a pesar de todo, por sentirse baba.

Por los carriles existenciales de su oficio, circulan, en Cristian Alarcón, el periodismo y la literatura. La revista digital Anfibia, que dirige, lo representa cabalmente, con un género dominante: la investigación, preferentemente de temáticas duras. Por ejemplo, lo marginal. Es chileno con residencia desde niño en Argentina, formado en la Universidad de la Plata, con maestrías y cursos como en la institución dirigida por Gabriel García Márquez. Es autor de los libros “Si me querés, quereme transa” y “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”. Todo con el sello de lo diverso, profundo y poco o nada transitado.

A sus 56 años, aquel Guillermito de Grandes Valores del Tango desarrolla unas cuantas ideas que le brotan de su inquieta personalidad. Asentó su carrera tras su fama de niño prodigio y clausuró su aventura norteamericana como baladista. Volvió al barrio y al tango: a Piazzolla y a los tangueros más tradicionales. Fuera de lo artístico supo luchar contra la dictadura cívico militar con un ardiente reclamo en defensa de su familia. Este Guillermo Fernández, ya no “Guillermito”, conserva la voz fresca, melodiosa, plena de matices y buenas intenciones.

Las aulas universitarias, en función docente más el periodismo y sus libros le abrieron camino hacia la proyección de su estatura intelectual. Pero fue en la TV donde alcanzó la mayor resonancia en el conocimiento popular sobre su metier: el análisis político. Este licenciado en ciencias políticas interpreta el fenómeno kirchnerista como Gobierno, y pinta al desnudo la esencia del mensaje opositor. Lo desarrolla en 678, en radios Nacional y la de las Madres, en Tiempo Argentino, revista Debate, y en la UBA. Voz y pluma de un gran pensador argentino.

Suna interpreta chacareras, zambas, y otros géneros de nuestra tierra, con un especial gusto por las bagualas. Triunfó comercialmente en los 80 con la calidez de su voz interpretativa junto con Raúl Carnota. Creció con los consejos de Atahualpa Yupanqui, y su interés por abrevar en los padres del folklore y de la literatura latinoamericana. Cultiva un repertorio de temática comprometida con las necesidades de la gente. Editó varios discos, y en los últimos tiempos, con ejes en problemáticas ambientales, como con la obra “SOS Agua”. Grabó tanto “Chacarera de las piedras”, de Atahualpa, como “Maldición de Malinche” de Amparo Ochoa o “El hombre y el agua”, de Serrat. Todo profundo y bello, como transmite Suna su arte.

Quiso ser futbolista, tuvo su paso por la Facultad de Derecho pero finalmente se decidió por el Conservatorio Nacional de Arte Dramático donde se formó en su profesión. Blanco, para ejemplificar la talla de su calidad, es quien le puso carnadura al papel que interpretó en la serie televisiva “Vientos de agua”, que considera como uno de los más importantes de su carrera. Un rostro reconocido de la escena nacional. Porque es un actor todoterreno en TV, teatro y en cine, mayoritariamente en inolvidables personajes de films dirigidos por su amigo Juan José Campanella.