El señor U es un muchacho de 27 años, habitante de un cantón rural en el oriente del país. La familia del Señor U trabaja en uno de los puntos turísticos de la zona y, como la mayoría de los lancheros, se vio sometido a extorsión por parte de una pandilla. Él cree que la policía lo arrestó por eso: por haber sido obligado bajo amenazas de muerte a entregar dinero a esa estructura criminal, aunque al momento de esta entrevista seguía sin tener certezas sobre las razones por las que fue capturado.
A diferencia de muchos de sus familiares y vecinos, él sólo estuvo detenido durante poco más de un mes: debido a una grave enfermedad crónica, nunca pudo ser trasladado a un centro penal y pasó aquellos días en la bartolina de una delegación policial, donde el cuido de su salud quedó a merced del arbitrio de los agentes. Describe humillaciones, golpes, hacinamiento, hambre. El señor U. celebra los efectos que el régimen de excepción ha tenido en la desarticulación de las pandillas, que en su caso se ha traducido a no tener que pagar más extorsión a la pandilla. Sin embargo, cree que eso mismo se pudo haber conseguido sin necesidad de capturar inocentes. Cree que el régimen de excepción es como una guerra, donde las personas pierden por completo su condición de ser humano.