¿Y si el infierno sí fuera real?
Vivimos en tiempos donde muchos prefieren creer que no existe, que Dios nunca castigaría o que todos, al final, seremos salvos. Pero la Biblia enseña otra verdad: hay dos destinos, y uno de ellos es una eternidad lejos de la presencia de Dios.
El infierno no es un mito ni una metáfora, es el resultado de una vida que decide rechazar el amor y la gracia de Jesús. Jesús mismo habló de él, no para asustarnos, sino para advertirnos y recordarnos que cada decisión tiene consecuencias eternas.
No se trata de miedo, sino de amor. De entender que la salvación es un regalo que debe recibirse con obediencia y fe.