El doctor Antonio Guedes Sánchez, médico cubano radicado en España, desmonta en su libro Del Dicho al Hecho. La Leyenda de la Sanidad en Cuba la narrativa que durante décadas el régimen ha difundido sobre su sistema de salud, y que muchos organismos internacionales han respaldado.
“Nunca, desde 1959, Cuba fue una potencia médica. Jamás”, afirmó.
Según Guedes, su investigación no se basa en testimonios aislados ni en medios opositores, sino en datos de la OMS, anuarios estadísticos latinoamericanos y cubanos, así como en publicaciones oficiales de La Habana.
“Este no es un libro de YouTube ni de rumores, está armado con los propios números del régimen”, explicó.
El médico insiste en que desmontar el mito es vital no solo para la opinión pública internacional, sino para los propios cubanos que aún creen que en algún momento la revolución ofreció una medicina de primer nivel.
El destacado investigador aseguró que en la isla coexisten dos realidades:
- El sistema privilegiado para turistas, dignatarios, artistas y funcionarios vinculados al régimen, con hospitales especiales que cobran en euros y dólares.
- El sistema colapsado para el ciudadano común, cada vez más depauperado.
“Es inmoral que en un modelo que habla de igualdad, la mayoría del pueblo no tenga acceso ni a lo básico”, subrayó Guedes.
Guedes comentó además que las estadísticas oficiales, aunque maquilladas, muestran un deterioro alarmante: En 2018, morían 4 de cada 1,000 niños en su primer año de vida. En 2024, la cifra se duplicó, llegando a 10 por cada 1,000. Y acotó también que entre uno y cinco años de edad, la mortalidad pasó de 0.4% en 2006 a 9.5% en 2022, un aumento de 18 veces.
Guedes advirtió que la realidad de Cuba es aún peor de lo que se puede imaginar: Muchas muertes neonatales se registran como abortos tardíos y no como mortalidad infantil.
En cuanto a los documentos oficiales, dijo que ellos mismos se contradicen: el Banco Nacional de Cuba reconocía que en los años 50 la isla tenía una de las tasas más bajas de mortalidad infantil en América, pero en el mismo informe luego modificaba las cifras.
“Cualquier observador atento puede ver en sus propios documentos la manipulación y las contradicciones”, denunció.
El especialista acusa a organismos internacionales y a parte de la opinión pública europea y latinoamericana de haber sido cómplices de la propaganda: “Los datos publicados son parte del engaño internacional. La realidad es peor que las estadísticas”.