Hay muchas cosas que nos pasan en esta vida y que quisiéramos haber podido evitar; sin embargo, esto a veces no es posible. Toca entonces asumir la realidad para que, a partir de ahí, podamos iniciar un camino hacia la reparación o la adaptación, según proceda.  Vivir en un continuo "no lo acepto", cuando algo ya ha ocurrido, no sólo resulta inútil, sino que incrementa nuestro dolor. No se trata de que nos pase lo que sea y que no importe; se trata de que, importando lo que tenga que importar, se reconozca y acepte sus efectos, para luego hacer un balance de lo que ha sucedido y seguir con la propia vida en vez de quedarse en un estado de estancamiento.